Política exterior europea sin Trump
20 de febrero de 2017Quizás nunca la Conferencia de Seguridad de Múnich había cautivado tanto la atención mundial como este año. La esperanza era que el vicepresidente de Estados Unidos trajera claridad sobre lo que será la política exterior de Washington. Pero, al parecer, las expectativas eran demasiado altas. Entre los aliados transatlánticos que se juntan cada año en Múnich había preocupación en torno al futuro de la OTAN. El segundo de Trump trajo un mensaje tranquilizador y aseguró que Estados Unidos honrará sus compromisos.
Después, no pasó mucho más. Mike Pence planteó que su país pretende incrementar su presupuesto militar y que espera lo mismo de su aliados. También dijo que buscarán dar marcha atrás al acuerdo nuclear con Irán, que de Rusia esperan que retroceda con su política en torno a Ucrania y que Moscú se atenga a los acuerdos de Minsk. Pero todos estos puntos señalados por el vicepresidente en la conferencia ya eran conocidos.
Tampoco el ministro de Defensa, James Mattis, ni el secretario de Estado, Rex Tillerson, dijeron mucho más esta semana en Alemania. Oficialmente, argumentaron que su objetivo era escuchar. Pero, extraoficialmente, el mensaje fue claro. Ellos saben cuál es su propia posición en relación con los diferentes temas, pero ignoran cómo será la política exterior que planea delinear su presidente. En síntesis, no saben quién será el que decida.
El que viene será un tiempo de decisiones. No solo –y ni siquiera principalmente– del presidente de Estados Unidos. Los europeos tendrán que decidirse sobre cómo ven el mundo y cómo quieren actuar en él. Si buscarán, como los estadounidenses, seguridad por la vía de un incremento de la actividad militar o si lo harán “a la europea”: cooperando, en lugar de aislarse; fortaleciendo las estructuras multilaterales y mejorando las instituciones, en lugar de declararlas "obsoletas"; previniendo conflictos, en lugar de buscarles soluciones militares.
Estas son tareas urgentes para la Unión Europea (UE). Son problemas cuya solución tiene a mano el bloque, aún cuando, de momento, no hay gran unidad en sus filas. La inversión podría valer la pena: conseguir margen de maniobra ayuda contra el sentimiento de impotencia. Pues no se puede esperar que la UE se encargue de solucionar todos los problemas del hermano mayor estadounidense. No ahora y tampoco en un futuro cercano.
Autora: Dagmar Engel