Opinión: Tsipras en puerto francés
23 de octubre de 2015No juzgaremos aquí si la política exterior griega es siempre diplomática. Pero imaginativa sí que lo es. Hace apenas un par de meses, el primer ministro griego, Alexis Tsipras, apelaba en presencia del presidente ruso, Vladimir Putin, a la capacidad de los griegos, como viejos marineros, para encontrar puerto seguro en medio de aguas tormentosas. La indirecta estaba bastante clara: Rusia tenía que rescatar a los griegos de los pedantes burócratas europeos. Su estrategia no obtuvo resultados.
El Gobierno de Tsipras se atrevió esa vez a sumergirse en aguas peligrosas. Pero, inmerso en la amenazante tormenta del “Grexit”, arrojó por la borda todas las promesas populistas que había hecho a sus votantes griegos, para volver a anclarse en las seguras aguas de la eurozona y someterse a las reglas del nuevo paquete de rescate. Desde entonces, Atenas parece haber perdido las ganas de dar volteretas en política exterior. En lugar de ello, Tsipras aprovecha cada posible ocasión para mantener conversaciones de control con la canciller alemana, Angela Merkel. Y ahora acaba de recibir en Atenas al presidente francés, François Hollande.
Un gran amigo de Alemania
Lo cierto es que en la dramática cumbre de la eurozona del pasado 12 de julio, no fueron ni Chipre ni Italia, sino Francia, quien evitó la salida temporal de Grecia de la eurozona. Desde entonces, se considera a Hollande, que en su país no es especialmente querido, como un gran amigo de Grecia. También son grandes los honores que le ha deparado su visita a Atenas: un discurso en el Parlamento y ser investido como doctor.
Pero Hollande no es el Rey Sol y, a pesar de las declaraciones de amor helenas, no puede satisfacer todos los deseos. Ciertamente ha recalcado que, en fecha posterior, debe discutirse de nuevo si Grecia es capaz de pagar todas sus deudas, respondiendo así a una de las más importantes prioridades del Gobierno de Tsipras. Pero, al mismo tiempo, ha reiterado que las obligaciones que conlleva el tercer paquete de ayuda deben ser implementadas sin condiciones.
Es una señal importante, sobre todo si se tiene en cuenta que, al mismo tiempo que el presidente francés, estuvo de visita la delegación de acreedores para comprobar el estado de las reformas prometidas. En algunas medidas, todavía existen discrepancias entre el Gobierno griego y los acreedores internacionales.
También Hollande tiene deseos
Por otro lado, Hollande viajó a Atenas con su equipaje de deseos. Después de tanto apoyo para Atenas en la eurozona, París tuvo que tragarse el hecho de que la empresa alemana Fraport AG modernizará y gestionará 14 aeropuertos regionales de Grecia. Pero en la lista de las largamente fallidas privatizaciones hay todavía otros objetivos interesantes. Además, seguro que Hollande también se acuerda de las propuestas de mantener una colaboración militar más estrecha que en 2013 hizo Antonis Samaras, el predecesor conservador de Tsipras, y que duermen en un cajón desde entonces. ¡Se podría insuflar vida a estos proyectos! Y, no menos importante, hay elecciones regionales en Francia dentro de pocas semanas. Unas bonitas fotos con Tsipras en Atenas seguro que no perjudican a Hollande, al contrario. El primer ministro griego goza de las simpatías de los franceses de izquierda.
En resumen, la visita de Hollande a Atenas fue útil para ambas partes. Hollande demostró que tiene bajo control a la rebelde Grecia y Tsipras que tiene al menos un amigo en la Unión Europea. Pero la visita no fue la gran jugada que Tsipras quiso presentar al Gobierno griego.