Opinión: ¿Adiós a la cultura de bienvenida alemana?
20 de julio de 2018Un semanario alemán discute con sus lectores si se debería salvar a los refugiados que se están ahogando. El ministro del Interior alemán bromea sobre la deportación de 69 personas desesperadas en su cumpleaños 69. Un estudio a largo plazo de la Universidad Técnica de Berlín documenta un drástico aumento de insultos antisemitas en la red. Podríamos seguir enumerando más casos, por ejemplo la creciente cantidad de comentarios xenófobos en Internet, que probablemente también se escriban como respuesta a este texto.
Esto duele. Alemania pareciera estar fuera de control: la forma de pensar, de hablar y de actuar se ha vuelto más ruda. ¿Qué ha pasado con nosotros, los alemanes? ¿Es este el país en el que queremos vivir?
En 2015 todos ayudaron
Hubo un tiempo en el que estuve especialmente orgulloso de mi país. Fue durante el auge de la llamada cultura de bienvenida; un término que hoy casi nadie se atreve a usar.
Recordemos el año 2015, cuando Alemania acogió a casi un millón de refugiados desesperados. En aquel entonces no discutimos si debíamos acoger o no a estas personas que literalmente se estaban ahogando en la miseria. Simplemente lo hicimos. Todos ayudaron, alentados por una canciller decidida. Según una encuesta del Instituto Demoscópico de Allensbach, uno de cada dos alemanes se comprometió con la causa. Para mí, fue como un cuento de hadas hecho realidad.
"Nuestros hijos estarán orgullosos de la gran solidaridad de los alemanes en la crisis de refugiados", pronosticó el presidente del Bundestag, Wolfgang Schäuble. Esperemos que tenga razón.
Es cierto -y se ha venido repitiendo incesantemente- que Angela Merkel cometió errores graves. Hoy día, incluso yo me siento más inseguro en un país en el que se desconoce el paradero de miles de refugiados. Pero Alemania sigue de pie y es admirada por muchos en Europa y el resto del mundo. Y, para decirlo con las palabras de la canciller, hemos logrado mucho en los últimos años.
Hoy día: miedo, agresión, aislamiento
Desde el principio fue criticada la política migratoria de Merkel. Sin embargo, desde hace algunas semanas lucha contra un viento aún más helado y despiadado. El debate nacional es dominado por una trinidad compuesta por miedo, agresión y aislamiento. Esto se debe sobre todo a dos cosas: por un lado, los populistas de derecha de la AfD lograron radicalizar el debate. Políticos como el primer ministro bávaro, Markus Söder, los imitan alimentando aún más el giro hacia la derecha en la sociedad.
Asimismo, hace un mes, hubo un nuevo y devastador cambio de paradigma en la política de refugiados de la UE: con el apoyo de la canciller alemana, que estaba bastante debilitada a nivel nacional, se decidió en la llamada "cumbre de asilo" del 24 de junio convertir a Europa en una fortaleza. En el futuro, los llamados "centros de asilo" en las fronteras de Europa o incluso más allá, entre otras medidas, deberán mantener alejadas a las personas necesitadas. ¿Dónde quedaron el humanismo y las preocupaciones por las personas y una vida digna? Eso fuer ayer. ¿Y hoy? Una cosa está clara: es una política que corrompe a Europa y sus valores, mientras que impulsa el populismo político.
Necesitamos una política creíble
¿A dónde hemos llegado? Exaltados e impacientes no somos capaces de concentrarnos en los proyectos políticos realmente importantes para manejar la migración. Si bien la coalición de gobierno acordó la necesidad de aprobar una ley de inmigración, en la práctica aún no ha hecho nada. Los políticos en Berlín también prometieron combatir las causas de la migración. Sin embargo, el Ministerio de Desarrollo alemán tuvo que ahorrar y el próximo presupuesto no alcanza para ello.
¡Cuidado! Y es que tanta ignorancia desanima incluso a las personas de buena voluntad. Angela Merkel y su coalición necesitan urgentemente un plan maestro para una política creíble. No estaría demás echar un vistazo a la Constitución alemana. La dignidad humana es un valor fundamental, independientemente de si se trata de un alemán, un extranjero, un solicitante de asilo o un inmigrante. Esto no quiere decir que nos vamos a convertir en la patria de todas las personas desesperadas y necesitadas de este mundo. Pero no permitamos que nos impongan un ambiente de miedo y aislamiento. No deberíamos ignorar los ataques populistas, sino luchar por nuestros valores.
Estemos orgullosos de nuestra cultura de bienvenida. Es tiempo de dejarnos guiar más por ella.
Gero Schließ (VT/ERS)
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