Opinión: Cuando el pillo se viste de ángel
10 de noviembre de 2015Pasó lo que tenía que pasar: Wolfgang Niersbach tuvo que renunciar porque tampoco había nadie más que pudiera dejar el camino libre. Los otros protagonistas del escándalo ya están retirados: tanto Franz Beckenbauer, expresidente del Comité Organizador del Mundial 2006; como Theo Zwanziger, el extesorero y luego presidente de la Federación Alemana de Fútbol (DFB); y el que en fuera en su momento el secretario general de la organización, Horst Schmidt.
Los otros o callan, o hacen bulla
¿Fue Niersbach solo una víctima? En parte. Como director de comunicaciones del Mundial 2006 probablemente se enteró de algunas cosas sobre las cuales los involucrados hoy dicen no saber nada, pero su papel no fue el de mover los grandes asuntos, eso le correspondió a otros que hoy callan, como Beckenbauer, o hacen mucha bulla, como Zwanziger.
¿Por qué ninguno de ellos se levanta y dice “¡Gente, no hay que engañarse! Alemania nunca habría recibido la sede del Mundial si no se hubiéra ensuciado al menos un poco”?
Un “poquito” de corrupción es tolerada
Teniendo en cuenta el corrupto trasfondo de la FIFA, ellos podrían incluso contar con un poco de comprensión. Y es que el aficionado normal tiene tan presente en la memoria la gran fiesta futbolística del 2006, que quizás estaría hasta dispuesto a perdonar que la DFB hubiera conseguido el Mundial de una forma no tan limpia. Esto por ese principio de que “todos somos un poco corruptos”, aunque digamos que rendimos nuestra declaración de impuestos con la conciencia limpia.
Palabras que aumentan el problema
Nadie espera que en el fútbol los funcionarios de la DFB sean la Madre Teresa de Calcuta. Pero cuando el pillo se viste de ángel, la paciencia se acaba. Y esto nos lleva de vuelta a la situación de Niersbach, quien en el manejo de la crisis fracasó por completo. Hace tres semanas, en una conferencia de prensa, se balanceó sobre la cuerda floja como un artista ebrio.
Entonces intentó salvar lo insalvable. Sus palabras aumentaron el problema de tal manera que su actuación dio pena. Ese fue el principio del fin de la larga carrera de Niersbach en la DFB, pues después de la conferencia de prensa no quedó mucha gente que confiara en su capacidad de salir del lodazal en el que se encontraba. Cuando los investigadores fiscales golpearon a su puerta, su destino ya estaba sellado.
La responsabilidad de la DFB
La DFB está ahora en una posición que no es para nada mejor a la de la FIFA: sin presidente, y con un escándalo que está lejos de cerrase porque aún hay muchas preguntas sin contestar. Niersbach se deshizo de la responsabilidad, y esta ahora quedó en manos de la DFB.