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A las políticas progresistas no siempre acompaña la actitud

1 de septiembre de 2018

Una política alemana fue a trabajar con su bebé de 6 semanas. La reacción del presidente del parlamento estatal demuestra que el país aún tiene un largo camino por recorrer en cuanto a igualdad de género.

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Abgeordnete Madeleine Henfling darf nicht mit Baby in den Thüringer Landtag
Madeleine Henfling en el parlamento estatal de Turingia (29.08.2018)Imagen: picture alliance/dpa/J. Kalaene

"Si quieren niños", les digo a mis amigos en el extranjero, "¡vengan a Alemania!: Un año pagado de licencia por paternidad. Un derecho legal a la guardería. Y los parques de juego son excelentes". "Sí, sí, sí", responden con tono condescendiente. "Y tienen una jefa de Gobierno que desde hace tiempo no tuitea. Es un gran país. Estamos de acuerdo".

Es fácil sonar engreído cuando se describen las políticas de Alemania favorables a la familia a quienes están en lugares lejanos. En Irlanda, de donde soy, la constitución todavía hace referencia a los "deberes en el hogar" de una mujer y el costo del cuidado infantil es tan alto que a menudo no hace financieramente viable que ambos padres trabajen.

Pero antes de dejarnos llevar mucho por el ideal teutónico, en el que las mujeres se mueven sin esfuerzo desde la maternidad hasta los niveles corporativos y políticos más altos, permitamos que los hechos nos desvíen brevemente.

Una realidad diferente

La canciller Angela Merkel no refleja la realidad de las mujeres y el liderazgo en Alemania. De hecho, el país tiene una clasificación pobre en mediciones internacionales de representación femenina en juntas corporativas. Y el año pasado, gracias en parte a la llegada del partido populista de derecha Alternativa para Alemania (AfD), dominado por hombres, la proporción de mujeres en el Parlamento nacional cayó a su punto más bajo en 19 años.

Kommentarbild Kate Ferguson provisorisch
Kate Ferguson, periodista de DWImagen: privat

"¿Cómo puede ser esto?", nos preguntamos. ¿Cómo puede un país con políticas tan progresistas estar tan lejos del matriarcado para el que parece estar destinado?

Para descubrirlo, realicemos un experimento mental. Imagine que es un político mujer en el estado de Turingia, en el este de Alemania. El receso de verano acaba de terminar y el parlamento estatal reanudó sus actividades. Lleva su bebé de seis semanas al trabajo.

¿Cómo reacciona el presidente del parlamento, Christian Carius?:

a) Se deshace en elogios por su bebé y le ofrece sus más sinceras felicitaciones por la hazaña que es la maternidad.

b) Le ordena que se vaya inmediatamente, alegando que la Cámara no es lugar para un niño.

c) Se ofrece a cuidar el niño para que usted pueda disfrutar de una noche en Erfurt.

Lo adivinó. O tal vez no. La ventaja de este experimento mental es que puede comparar su respuesta con eventos de la vida real.

¿No hay lugar para bebés?

Cuando la política del partido Los Verdes Madeleine Henfling llegó al trabajo, Christian Carius, que tiene un hijo y es miembro del partido conservador de Merkel, la CDU, de hecho la felicitó por el nacimiento de su bebé. Luego le dijo que se fuera. La Cámara no es un lugar apropiado para bebés, dijo, y agregó que las luces brillantes y el ruido representaban un riesgo para la criatura.

Los colegas de Henfling de Los Verdes y del partido La Izquierda salieron en su defensa y uno de ellos acusó a Carius de tratarla como un miembro de segunda clase del parlamento. Como era de esperar, el asunto provocó un animado debate en las redes sociales. La exministra de familia de Alemania, Kristina Schröder, también de la CDU, intervino para defender a Henfling, alegando que no se trataba del costo del cuidado de los niños, sino del hecho de que los bebés recién nacidos a menudo solo podían ser consolados por sus padres.

Al final, el Parlamento de Turingia llegó a un acuerdo. Por los próximos tres días, durante los cuales Henfling no podrá votar, un miembro conservador del parlamento -incidentalmente una mujer- se abstendrá de votar con el objetivo mantener el equilibrio. En otras palabras, las voces de dos mujeres serán silenciadas.

La realidad de la paternidad y el trabajo

Pero espere, le oigo decir: "¿Por qué Madeleine Henfling vino a trabajar en primer lugar? ¿No debería haber estado en casa sacándole provecho al generoso permiso parental de Alemania?".

Buena pregunta. Bueno, no podía, porque los miembros del parlamento no tienen derecho a la licencia por paternidad o maternidad, un hecho muy sorprendente que sugiere que las políticas favorables a la familia de Alemania no son una prioridad en el mismo lugar en que se forjan. Pero incluso si Henfling hubiera podido tomarse un año de vacaciones con sueldo, podría haber decidido ir a trabajar. Después de todo, allí es donde tiene el poder de cambiar las cosas.

Si lo hizo para demostrar algo, su experiencia ha mostrado lo que le sucede a muchas mujeres cuando les presentan a sus jefes la desordenada realidad de unir la maternidad con sus trabajos. Las políticas progresistas y las actitudes no siempre van de la mano.

Los bebés son cosas complicadas. Lloran y escupen, chupan y vomitan. Y por esa misma razón, pertenecen tanto a la vida pública como a la privada... Y nos recuerdan todas las promesas que nos depara el futuro.

Autora: Kate Ferguson (rrr/lgc)

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