Opinión: la Bundesliga al borde de una crisis
24 de agosto de 2018De antemano habría que mostrarle agradecimiento a Julian Nagelsmann. El entrenador del club 1899 Hoffenheim tuvo la osadía de articular lo que los guías del resto de los equipos de la Bundesliga consideran poco realista, un sueño, un disparate. "Yo aspiro siempre a lo máximo. Y lo máximo es el título”, dijo el técnico de 31 años. Ese es el impulso que lleva a formar una cuadrilla, en primer lugar, y luego a competir en el campo.
La Bundesliga, una mesa bien puesta
Con esas palabras, el joven entrenador se ganó el respeto de la mayoría de los amantes del fútbol, a excepción de los hinchas del Bayern. Por fin se atreve alguien a fijarle una meta clara a su propia actuación. No obstante, es posible que Nagelsmann sólo le haya arrancado una sonrisa perezosa a sus contendores. Después de todo, ni Borussia Dortmund ni el FC Schalke 04 –los candidatos con mayores probabilidades de éxito hasta ahora– tienen la valentía de siquiera imaginar que podrían luchar por el título y destronar al Bayern.
Augurar que nos espera otra temporada aburrida en la cima de la tabla no es una tesis muy arriesgada. El Bayern no ha desmejorado en términos deportivos y el resto no ha mejorado considerablemente. Estas circunstancias no propician una Bundesliga particularmente atractiva. Esa situación no puede sostenerse a largo plazo sin que el público empiece a demostrar desinterés.
Proceso de saturación internacional
El hecho de que los equipos se hayan acostumbrado a este sistema de clases aparentemente inquebrantable se debe también a que la sola participación en la Bundesliga es un banquete opulento para todos los involucrados. Los jugadores y los managers son dotados con sueldos muy por encima del promedio. El éxito deportivo dejó de ser la vara para medir la riqueza personal; y eso no fomenta el desempeño en el campo.
Ese proceso de saturación salta a la vista sobre todo en las competencias internacionales. Los equipos quieren clasificar para la Liga de Campeones de la UEFA y así garantizar la generación adicional de ingresos; pero, para una cuadrilla u otra –a excepción del Bayern–, la carga atlética sucesiva termina convirtiéndose en un deber fastidioso que más bien estorba a la hora de clasificar de nuevo para Europa desde un buen posicionamiento en la Bundesliga.
Se debería aplicar hasta censura
Todo indica que el triunfo en el campo es mucho menos importante para los jugadores que su propio valor personal en el mercado o su grado de popularidad en las redes sociales. Casi cualquier "momento privado” de los futbolistas es colgado en Twitter y Facebook, con frecuencia por terceros, por agencias contratadas específicamente para coreografiar ese tipo de presentaciones. No es gratuito que el entrenador del Bayern, Niko Kovac, les haya prohibido a los jugadores usar sus teléfonos inteligentes cuando cenan juntos. Desde hace poco, también los jugadores del Borussia Dortmund tienen vedado publicar fotos tomadas en la cabina. Ningún club tiene interés en que cada futbolista publique lo que quiera sin control.
Lo aislado que el mundo del balompié está de la realidad queda en evidencia de manera ejemplar con los esfuerzos del gerente ejecutivo del Fortuna Düsseldorf, Robert Schäfer: él ordenó que toda cita articulada por el equipo o por los entrenadores en ausencia de los expertos en comunicación, en los pasillos o por teléfono, debía ser inspeccionada por el club y autorizada antes de ser publicada. Es que Schäfer no trepida ni ante la censura con tal de mantener en pie el mundo de ilusión en que viven. Y no hay mejoría en el horizonte. A pesar del dinero que genera, la Bundesliga está al borde de una crisis.
Volviendo a Julian Nagelsmann. Él no va a alcanzar el propósito que se ha trazado de ganar el campeonato. "Va a ser difícil”, confesó él mismo con un dejo de ironía. Pero el joven por lo menos se rebela contra la docilidad prevalente. Eso da esperanzas.
Jörg Strohschein (ERC)
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