La economía alemana sigue creciendo, todavía
13 de noviembre de 2015Los grandes consorcios alemanes como Volkswagen, Deutsche Bank o Eon apuntaron en el tercer trimestre pérdidas que suman los 16.000 millones de euros. Desde otros países, que en su día fueron la gran esperanza, llegan malas noticias para la economía. Brasil y Rusia están en plena recesión por diferentes motivos. En China, el motor tampoco funciona como debería y otros países dedicados a la venta de petróleo están sufriendo el descenso del precio. Además, en el horizonte acecha una vieja conocida: la crisis europea.
¿Todo bien?
Aparentemente, las primeras noticas de la mañana dicen que la economía alemana sigue creciendo. Moderadamente, pero con un índice positivo del 0,3%. Es decir, un poco por debajo de las previsiones. Entonces… ¿todo bien? No del todo.
Aunque todavía sea posible alcanzar el crecimiento del 1,5% previsto, los riesgos para la economía alemana acechan. Actualmente el consumo es el que mantiene en marcha la economía. Y aunque los exportadores alemanes vayan a conseguir un nuevo récord este año, no se pueden ocultar los problemas. Este récord está basado en contratos hechos a largo plazo. Pero ahora, los clientes son más precavidos a la hora de hacer pedidos. En los países emergentes, por estar sometidos a una enorme presión por la deuda. Y en Alemania, porque la mediana empresa prefiere conservar junto el capital del que dispone.
La hora de los pesimistas
En suma, esto conduce a que se vean las debilidades de la industria alemana, columna vertebral de la economía del país. Los pedidos se redujeron durante tres meses consecutivos, la serie negativa más larga desde hace cuatro años. Y las causas están a la vista. Las ventas de los ingenieros alemanes a Rusia han terminado pagando las sanciones. Los países productores de petróleo obtienen peores beneficios por la caída del precio y desisten de las inversiones. Aspectos que influyen en las empresas alemanas que, como decía, tienen dinero suficiente y en una época de intereses bajos podrían dedicarse a modernizar su producción. Pero prefieren no hacerlo por la sensación general de pesimismo.
A esta inseguridad contribuyen también otros factores, como la incertidumbre sobre los tipos de interés en Estados Unidos o la posible salida de Gran Bretaña de la UE, un país que compra más a Alemania que China. Por otra parte, con el giro a la izquierda de Portugal y la demora en implantar las reformas en Atenas, la crisis europea amenaza con volver. Y todavía está por verse el efecto de la ola de refugiados. A corto plazo, será positivo porque el estado tendrá que aumentar necesariamente el gasto para hacer frente a los problemas de alojamiento y asistencia. Pero cuándo y cómo contribuirán los refugiados a la economía del país dependerá en gran medida de lo rápido que se integren en la sociedad. Al final, una mezcla difícil de digerir. Ahora, Alemania tendrá que demostrar si es capaz de ser la locomotora europea a pesar de tener el viento en contra, o si solo será un navegante regular que no avanza cuando las corrientes le son desfavorables.