Opinión: No habrá alianza entre Rusia y EE.UU.
21 de octubre de 2015Son dos noticias que han llegado de forma prácticamente simultánea: por un lado, Estados Unidos y Rusia han mantenido conversaciones directas a nivel militar, logrando un acuerdo para evitar incidentes en el espacio aéreo sirio. Por el otro, el presidente ruso, Vladimir Putin, recibe en Moscú a Al Assad, el jefe de Gobierno sirio. ¿Estamos asistiendo a una incipiente alianza ruso-estadounidense para Siria? ¿Avanzamos así hacia una solución para esta guerra que conlleve el fin de la crisis de refugiados que coloca a Europa, sobre todo a Alemania, ante un reto de enormes dimensiones? ¡En absoluto!
La política rusa del poder
Porque ni Rusia ni Estados Unidos tienen como interés prioritario acabar con la crisis de refugiados en Europa. Lo que a ambos países les importa es la política del poder y la protección de sus propios intereses nacionales en Cercano Oriente. Escenificar una exitosa misión militar en Siria sirve a la política interior rusa para desviar la atención de la crisis económica. De esta manera, la lucha contra el Estado Islámico sustituye a la hasta ahora imagen propagada del enemigo: los “fascistas en Ucrania”.
En cuanto a política exterior, está en juego la influencia rusa en Cercano Oriente y, en ese sentido, Moscú ha decidido que Al Assad debe conservar el poder. Una clara muestra de esta política del Kremlin es el hecho de que Moscú haya sido el único destino al exterior al que el mandatario ruso ha viajado desde que en 2011 estallara la guerra civil. Es ingenuo pensar que Putin quiere hacerle otro regalo a Al Assad. La política rusa en Cercano Oriente va más allá de Al Assad: Moscú se ha alineado de hecho con el eje chiita en la región: Irán, Irak, la Siria de Al Assad y Hizbolá en Líbano, frente a las fuerzas sunitas, que se anidan sobre todo en la región del Golfo y las zonas de Irak y Siria que controla el Estado Islámico.
La política de EE.UU. se malinterpreta
Pero no solo la política rusa en Cercano Oriente, sino también la estadounidense, suele ser mal interpretada. Según la tradición de las últimas décadas, suele presuponerse que Estados Unidos desea implicarse militarmente más en la región. Pero esta interpretación no se ajusta a la política para Cercano Oriente bajo el mandato del presidente Obama.
Tras el fracaso de la intervención en Afganistán, en Irak y en Libia, la política exterior de Obama, bajo dura presión de críticas internas, ha sido revisada, llegando a la conclusión de que debe centrarse en los intereses nacionales más importantes. Esto es, la seguridad del Estado de Israel y, sobre todo, evitar un Irán con armas nucleares, amenaza que, tras el acuerdo del pasado verano, parece haberse desvanecido.
Estados Unidos se repliega
Al contrario que antes, ni Arabia Saudita, ni Irak, que actualmente sigue más a Teherán que a Washington, juegan un papel importante para Estados Unidos. Tras la revolución del petróleo y del gas esquisto en los últimos años, el país americano es completamente independiente en el terreno energético por primera vez desde la crisis del petróleo en los 70. Estas circunstancias son la base del repliegue de la política de EE.UU. bajo el mandato de Obama en Cercano Oriente, no una supuesta renuencia o la debilidad que se le imputa.
Por ese motivo, no se puede contar con que vaya a haber una alianza ruso-estadounidense para Siria. ¿Por qué habría de hacerle Estados Unidos este favor a Rusia? Más bien es previsible que el compromiso estadounidense en Siria se reduzca. Más probable todavía es que Estados Unidos acabe teniendo vista para replegarse, mientras que Rusia caiga de lleno en la guerra religiosa entre chiitas y sunitas. Y que tenga cuidado de que no le sobrevenga el mismo doloroso destino que a Estados Unidos. Todo esto significa para Europa que la crisis de refugiados se acabará recrudeciendo por la temida escalada del conflicto a corto plazo.