Opinión: Una guerra indeseable
1 de diciembre de 2015¿De qué se trata todo esto? ¿Quién es el enemigo? Uno se hace estas preguntas tan sencillas cuando se aborda el intento internacional de hacer frente a Estado Islámico. La OTAN quiere incrementar la seguridad de Turquía, que es miembro de la alianza, y sobre todo, quiere fortalecer la defensa aérea turca. Pero EI no tiene una fuerza aérea.
Por otra parte, Turquía demostró la semana pasada que está en capacidad de derribar un caza ruso que según su versión invadió el espacio aéreo turco e ignoró varias advertencias.
Estados Unidos, potencia líder de la OTAN, da un espaldarazo a Turquía: según Washington, la versión turca del derribo del caza ruso es correcta y Turquía tenía derecho de defenderse. Abona a esta versión la constante provocación de Rusia contra los miembros de la OTAN ubicados más al norte, y también contra Suecia y Finlandia, países neutrales cuyo espacio aéreo viola regularmente.
Intereses encontrados
Pero desde el derribo, el conflicto se balancea de un lado al otro. Rusia anunció sanciones económicas contra Turquía y reprocha a Ankara el supuesto aprovisionamiento de petróleo a EI. El derribo del caza ruso habría servido para proteger dicho abastecimiento, según la versión rusa. Además, Moscú instaló un moderno sistema de defensa aérea con alcance de 400 kilómetros en el bastión sirio de Latakia.
A su vez, Turquía acusa a Rusia de no bombardear a EI, sino entre otros, a los turcomanos a los cuales utilizaría como escudo humano.
De hecho, el enredo de intereses es mayúsculo: Rusia apoya al presidente sirio Assad contra EI, pero también contra otros grupos sirios que en parte son respaldados por Estados Unidos. Turquía combate a Assad y ha permitido una y otra vez que EI avance contra el presidente sirio y contra los combatientes kurdos. Pero el EI es también un enemigo declarado de Turquía.
EI saca provecho
Así las cosas, ¿cómo podría lucir una coalición internacional contra Estado Islámico? El secretario general de la OTAN se apresuró a afirmar el martes en Bruselas que el reforzamiento de la fuerza aérea turca nada tenía que ver con el derribo del caza ruso. Pero la Alianza podría de hecho tensar aún más la relación entre Rusia y Turquía, países que son decisivos para el futuro de Siria: algunos miembros de la OTAN en Europa del Este se manifiestan complacidos de que Turquía se “haya enfrentado cabalmente” a Rusia. Aún cala hondo el coraje por la anexión de Crimea por parte de fuerzas rusas.
Tal escalada es precisamente lo que menos puede hacer un servicio a la OTAN. Existe el peligro de que Turquía intente utilizar a la OTAN para sus propósitos, y tome posición contra Rusia. El que saldría ganando con ello sería EI.
Luego de los ataques de París, parecía que podría formarse una amplia coalición internacional para una ofensiva militar contra Estado Islámico. Tal batalla solo podría ser ganada por la vía militar sin fisuras entre los actores principales de la alianza. Puede costarle trabajo debido a la crisis en Ucrania, pero de todos modos la OTAN debería dialogar con Moscú de manera regular, incluso en el marco del Consejo Rusia-OTAN. No puede ser de otra forma. Hay mucho en juego en la lucha contra EI.