Una tragedia sacude a Cuba
19 de mayo de 2018Las imágenes tienen un hipnotismo trágico. Sobre una extensión dedicada al cultivo agrícola y cercana al Aeropuerto Internacional José Martí de La Habana se ven dispersos los restos de lo que, unos minutos antes, era un avión cargado con 110 personas que viajaban desde la capital cubana hacia la oriental provincia de Holguín. Solo tres pasajeros han podido ser rescatados y Cuba se enfrenta a su peor siniestro aéreo de los últimos años.
La caída de este Boeing 737-200 llega en un pésimo momento para la Isla. El deshielo diplomático con Washington lleva meses frenado y la caída en un 7% del número de turistas que arribaron al país en el primer trimestre de este año complica la situación económica. Un desastre de esta magnitud puede afectar seriamente a un sector que permite al Gobierno ingresar divisas en las menguadas arcas nacionales.
La grave situación económica que atraviesa el aliado venezolano agudiza también este panorama. Es de esperar también que en las próximas semanas las autoridades cubanas deban abrir su territorio a una investigación internacional, debido a que entre las víctimas hay ciudadanos mexicanos y argentinos. El secretismo que tradicionalmente rodea este tipo de pesquisas hacia el interior de la nación se pondrá a prueba ante las exigencias de información que llegarán desde afuera.
Para complejizar aún más el momento, los medios oficiales acaban de anunciar que Raúl Castro, quien se mantiene al mando del Partido Comunista, ha sido intervenido quirúrgicamente y su sucesor en el cargo de presidente, el ingeniero Miguel Díaz-Canel, se enfrenta al momento más delicado de su mandato. Este viernes se le vio llegar al lugar del siniestro, moverse alarmado, quizás calculando los costos políticos que el accidente tendrá para su gestión.
Sin embargo, el golpe fundamental va al corazón de la población y en especial a los familiares del centenar de cubanos que iban a bordo de ese fatídico vuelo que se estrelló a las 12:08 del 18 de mayo. Para ellos, queda el largo dolor de la pérdida, los rigores de la identificación de los cuerpos y la intensa campaña política con que el oficialismo rodeará cada paso que den a partir de ahora las instituciones médicas y policiales en la búsqueda de respuestas.
En sus mentes, aflorarán una y otra vez los últimos momentos junto a sus seres queridos, la secuencia de casualidades que los hicieron subir a la nave arrendada por la aerolínea estatal a la empresa mexicana Global Air. Brotarán las historias de los que en el último minuto no pudieron obtener un boleto para viajar y de aquellos otros que, por el contrario, no iban a tomar ese vuelo pero el azar terminó sumándolos a la lista de víctimas fatales.
Asomarán también las dudas y los cuestionamientos, las exigencias de explicaciones claras en un país donde las autoridades tienen décadas de entrenamiento en dosificar cada información. Pero ni siquiera esa habilidad para el silencio evitará que la gente relacione las noticias de los últimos meses y sienta que la de este viernes tiene todas las trazas de ser una tragedia previsible.
La aerolínea estatal, Cubana de Aviación, lleva años sumida en una profunda crisis de constantes cancelaciones de vuelos debido al mal estado de su flota, constituida principalmente por aviones rusos con largos años de explotación. El deterioro de sus naves ha forzado a la principal empresa aérea de la Isla a arrendar continuamente aviones a otras compañías y ha llevado su prestigio a grados mínimos entre sus clientes nacionales.
Los próximos días son cruciales. Del manejo que hagan las autoridades y la aerolínea de la información sobre lo ocurrido dependerá en buena parte la reacción de las familias. La transparencia es ahora la más recomendable de las actitudes pero, queda comprobar, si el Gobierno cubano va a optar por ella.
Autora: Yoani Sánchez (few)
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