Opinión: Ánimo peligroso en Riad
6 de febrero de 2016La situación en Siria escala de nuevo. Las conversaciones de paz están congeladas otra vez, incluso antes de haber comenzado. En este marco, la potencia regional Arabia Saudita quiere demostrar su poder. Si la coalición internacional que combate al llamado Estado Islámico (EI) decide emprender la lucha terrestre, los sauditas colaborarían enviando a sus propios soldados, informó un asesor del ministro de Defensa, Mohamed bin Salman.
¿Se trata de un mensaje positivo? No, aunque así les parezca a algunos en Occidente. Finalmente, Riad se ve a menudo confrontada con la acusación de exportar a todo el mundo el extremismo, así como no castigar lo suficiente a sus ciudadanos que apoyan financieramente al EI. Si Arabia Saudita está dispuesta a enviar a sus propias tropas a una ofensiva terrestre contra los terroristas, ¿no sería ello la señal esperada por muchos, en cuanto a que países islámicos finalmente demuestran resistencia activa al EI?
Ayuda que nadie quiere
Eso sería simplificar demasiado las cosas. Pese a sus convergencias con el EI, Arabia Saudita persigue algunos intereses propios al combatir a los terroristas. Después de todo, el EI tiene entre sus objetivos deponer a la monarquía saudita. Pero esta ve peligros aún mayores: primero, la propia minoría chita, y luego, la potencia chiita rival que es Irán, país que junto con Rusia apoya en Siria al régimen de Bashar Al Asad. Todos están involucrados desde hace tiempo, y de una u otra forma, en este conflicto. También los sauditas, que no apoyan al EI, pero sí a otros grupos rebeldes y en parte islamistas.
Por el momento, Estados Unidos se ha negado a comentar la propuesta saudita. Nadie quiere imaginarse una ofensiva terrestre, ni saudita ni de Occidente. Tampoco sería prudente, dada la masiva presencia militar de Rusia en territorio sirio. Ni siquiera por el hecho de que tal postura pudiera parecerle cínica a todas las personas que deben huir de los bombardeos del régimen y de los rusos o, en otras regiones, del EI.
Es cierto que el ejército saudita ya participa en un conflicto sangriento, en Yemen. El avance de tropas sauditas hacia Siria sería más peligroso precisamente por la presencia de las muchas fuerzas que ahí operan.
“Intervención impulsiva”
En vista de una situación económica interna que tiende a dificultarse y de los triunfos diplomáticos del rival Irán en el escenario internacional, Riad se muestra cada vez más nervioso y deja ver una inclinación a emprender aventuras militares. Los tiempos en los que Riad intentaba posicionarse como un socio confiable y una fuerza mediadora, han quedado atrás. Incluso los servicios secretos alemanes (BND) consideró hace poco que la actual dirigencia saudita persigue una “política imulsiva de intervención”. El ministro alemán de AA.EE., Frank-Walter Steinmeier, pudo constatar en su viaje más reciente al Cercano Oriente, que en Riad los conflictos y las cuestiones a futuro decisivas para la región son tan poco tomadas en cuenta y hay tan poca disposición a acuerdos como en Irán. Así, no solo el respeto a los derechos humanos pone a prueba cada vez más la tradicional relación entre Arabia Saudita y los Estados occidentales.