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Opositores excarcelados denuncian asedio en Nicaragua

1 de julio de 2019

Opositores nicaragüenses detenidos en las protestas contra el Gobierno relatan que, pese a haber salido de la carcel, no han recuperado la libertad.

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Olesia Muñoz
Olesia Muñoz, una prisionera política liberada.Imagen: Jorge Mejia Peralta

Olesia Muñoz dejó su celda en la cárcel de mujeres hace 18 días, pero continúa presa. No puede volver a su casa en la pequeña ciudad nicaragüense de Niquinohomo, porque los paramilitares que saquearon la vivienda amenazan con matarla.

"Aunque salí del encierro no me siento libre, sigo presa”, dice a DW esta profesora de música de 47 años, miembro del coro parroquial que en julio del año pasado fue arrestada con su hermana por participar en protestas contra el gobierno de Daniel Ortega.

Cuando el 11 de junio Muñoz fue excarcelada junto a otros 55 "presos políticos”, intentó volver a su casa, pero personas ajenas al pueblo la esperaban con sacos llenos de piedras, para atacarla. También recibió amenazas por otras vías.

Desde entonces vive "bajo resguardo” en algún sitio de Managua, a donde llegó con lo puesto: su uniforme de presa. "Desmantelaron mi casa, se levaron todo, mi ropa, mi piano, mi guitarra y el equipo de sonido que era mi machete de trabajo”, se lamenta.

Mientras estaba presa, desconocidos también le quemaron un puesto que tenía en el Mercado Oriental de Managua, donde vendía alimentos.

Al estallar las protestas de abril de 2018, Olesia era muy popular por ser la devota soprano de la pequeña iglesia de Niquinohomo, el pueblo donde nació el patriota Augusto C. Sandino, que el gobierno reivindica como su máximo héroe.

Decidió manifestarse "al ver cómo el gobierno asesinaba a los jóvenes estudiantes… le pedí a Dios que me diera permiso para luchar y me entregara fuerza”. Cientos de jóvenes se le sumaron en la revuelta cívica. "Yo alcé mi voz y ellos me siguieron”, cuenta.

Varios excarcelados que estuvieron junto a Olesia en la temible cárcel de interrogatorios conocida como El Chipote, cuentan que  cada tarde ella cantaba el Ave María. Su voz se colaba por los barrotes de los calabozos y los presos lloraban de emoción.

Enfermó de diabetes en la cárcel. Fue golpeada, torturada y en los interrogatorios amenazaban con asfixiarla con una bolsa. ¿Quién te financia?, le gritaban. Y ella negaba con la cabeza. "Me condenaron a 33 años de cárcel por crimen organizado y financiamiento al terrorismo, pero no me mostraron ningún boucher”, señala.

Olesia todavía teme por su vida. "Ellos andan detrás de nosotros. Quizás ya no nos arresten, pero pueden simular un robo y asesinarnos”, dice.

Estrategia de silencio

El estudiante de derecho Nahiroby Olivas fue arrestado en la ciudad de León, al occidente de Managua, y pasó preso nueve meses y medio. Cumplió los 19 años en prisión.

Nahiroby Olivas.
Nahiroby Olivas.Imagen: Jorge Mejia Peralta

"Desde nuestra salida de la cárcel hemos sufrido constante asedio de camionetas con antimotines armados y grupos de motorizados con cascos, frente a mi casa”, relata el joven a DW.

Llegan como a las dos de la madrugada, tocan las bocinas de sus vehículos y gritan "asesinos”, "terroristas”. Para proteger su vida dejaron el hogar y Nahiroby volvió a separarse de su madre y su hermanita.

"Es una estrategia de intimidación con la mayoría de excarcelados, para que no opinemos, que no manifestemos, que nos escondamos o huyamos al exilio”, comenta el líder estudiantil quien, como centenares de jóvenes opositores, fue expulsado de la universidad.

Antes de la rebelión de abril, Olivas era un chico "común y corriente, un apático más”. Dice que jamás estuvo en una campaña política y que se involucró en las protestas, en marzo de 2018, a raíz del incendio en la reserva de Indio Maíz (sur), detonante de las manifestaciones que siguieron en abril contra una reforma al seguro social.

"Vi los videos de aquel bosque en llamas y me di cuenta que algo andaba mal. Estuve en marchas, en barricadas, en tranques, en todos los espacios posibles de la protesta cívica”, relata.

Asedio a campesinos

Leslie Rayo asiste a cada misa y a cada "plantón” con la foto de su hijo en una pancarta: Francisco Jiménez Rayo, un estudiante arrestado hace un año y acusado de terrorismo por participar en una manifestación.

Nicaragua Verfolgung von ex politischen Gefangenen
Leslie Rayo.Imagen: Jorge Mejia Peralta

El chico de 21 años es uno de los casi 90 detenidos por motivos políticos que continúa preso, pese a que el plazo para la liberación de todos los reos de conciencia expiró el 18 de junio. Antes de eso, fueron excarcelados más de 600 reos de conciencia.

"El gobierno ha incumplido los acuerdos que firmó con la Alianza Cívica. Yo sigo esperando la libertad de mi hijo”, afirma la madre.

Su opinión la comparte el líder campesino Medardo Mairena, uno de los más emblemáticos prisioneros del gobierno de Ortega que, al salir de la cárcel, denunció haber sido sometido a crueles torturas físicas y psicológicas, incluido el uso de grilletes en los tobillos.

"No han cumplido y actúan con demasiado odio”, dice Mairena, quien fue excarcelado el 11 de junio pero no ha recobrado su libertad completa  ni puede salir del país, porque el gobierno retuvo sus documentos.

Según el dirigente del Movimiento Campesino, que se opuso desde 2013 a la construcción de un canal interoceánico, Ortega "ha incrementado la persecución” de los opositores en zonas rurales, donde el Ejército apoya a la Policía en operativos de seguridad.

Hace apenas unos días se reportó el asesinato del campesino opositor Edgard Montenegro y de su hijo Engel, acribillados a balazos en Trojes, una localidad de la zona sur de Honduras.

Montenegro padre fue miembro de los "contras” que combatieron a los sandinistas en la década de 1980 y era un conocido opositor. Junto a su hijo cruzó la frontera porque el gobierno lo acusaba de haber organizado "tranques”.  Antes había sido asesinado su hermano Oliver, que también participó en las protestas.

"Parece que el largo brazo de la revolución llegó hasta Honduras y lo asesinó”, dijo a la televisión local el veterano ex jefe "contra” Luis Fley, alias "comandante Johnson”.

Libertad amenazada

Victoria Obando es activista de la diversidad sexual y estuvo detenida en la cárcel de hombres La Modelo, pese a su condición de mujer trans.  Sufrió torturas y golpes durante los interrogatorios, además de la burla de los carceleros que la amenazaban con ultrajarla sexualmente. 

Salió de prisión tras nueve meses de encierro. "No me siento libre, sigo estando presa al no poder circular por mi país. Nos sentimos como ratas de alcantarillas, por tener que andar clandestinos como si fuéramos terroristas”, cuenta Obando a DW.

Para Pablo Cuevas, abogado de la Comisión Permanente de Derechos Humanos (CPDH), el asedio que padecen los excarcelados es similar al que sufren algunos exiliados que han vuelto al país en las últimas semanas..

"No hay garantías para que las personas que salieron de Nicaragua huyendo la represión puedan volver con seguridad”, dijo Cuevas al desestimar el éxito del Programa de Retorno Voluntario que el gobierno anunció hace un par de meses y en el que ofreció proteger a los miles de emigrados que acepten regresar.

Según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), la cifra de emigrados por la crisis sigue en aumento y ya supera las 70.000 personas. La CIDH documentó 325 muertos, más de 2.000 heridos y unos 770 detenidos en el marco de las protestas de 2018.

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