“Opositores venezolanos tendrán que defender sus votos”
2 de noviembre de 2015Los opositores venezolanos daban por hecho que el presidente Nicolás Maduro se atrevería a posponer indefinidamente los comicios parlamentarios que, por ley, debían tener lugar este año. Ese recelo se disipó parcialmente el 22 de junio, cuando el Consejo Nacional Electoral (CNE) le puso fecha a las votaciones: 6 de diciembre de 2015. Sin embargo, la incertidumbre política no amainó. El antichavismo, que tiene todas las de ganar, sigue temiendo que las elecciones puedan ser suspendidas de golpe y continúa desconfiando del organismo a cargo del proceso de sufragio.
El CNE –la máxima autoridad electoral–, el gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y el propio Maduro firmaron un “acuerdo” para reconocer y respetar los resultados de los comicios legislativos, independientemente de a quién favorecieran, e instaron a la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) –la coalición de partidos antichavistas– a hacer lo mismo. La oposición declinó la invitación, apuntando a la falta de independencia de los poderes públicos y alegando que sólo suscribiría ese pacto si las votaciones contaban con el visto bueno de observadores internacionales.
“Acompañantes”, no observadores
La presidenta del CNE, Tibisay Lucena, enfatizó este domingo (1.11.2015) que a ningún árbitro internacional le compete garantizar la transparencia de los comicios locales. Lucena refutó la imputación de que el sistema electoral venezolano facilita la comisión de fraudes y acotó que contendores políticos de todos los colores participan en las auditorías del mismo, obviando que el CNE ha impedido que diversos grupos opositores –antichavistas y disidentes en el seno del propio chavismo– inscriban formalmente a sus respectivos partidos.
Lucena agregó que el CNE sólo había aprobado un proceso de “acompañamiento” electoral e invitado a una misión de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) a cumplir esa función. “Yo no conozco a otro Estado donde tenga vigencia la figura del ‘acompañamiento electoral’. Venezuela la viene implementando desde 2007 para recibir a observadores internacionales de la UNASUR que no observan. Estos ‘acompañantes’ sólo certifican el proceso electoral”, explica Daniel León, investigador de la Universidad de Leipzig.
“Para que una misión de observadores internacionales tenga credibilidad ésta debe viajar a los países que la convocan meses antes de que comience el proceso electoral, supervisar el funcionamiento de la maquinaria del organismo electoral local, analizar el desarrollo de la campaña y tener acceso irrestricto a los centros de votación para poder decidir aleatoriamente cuáles van a ser observados antes de las elecciones y durante la jornada electoral. Los ‘acompañantes’ sólo irán adonde el CNE se los permita”, añade León.
Temiendo lo peor
A juicio del politólogo de Leipzig, es probable que en las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre “se registren más irregularidades que en comicios anteriores”. Fernando Mires, profesor emérito de la Universidad de Oldenburg, coincide con León. “Maduro ya dejó entrever que el fraude viene. La pregunta de rigor es qué magnitud tendrá ese fraude. Los representantes de UNASUR van a mentir y a decir que fueron testigos oculares del proceso. Ellos van a avalar los resultados que les entregará el Gobierno”, subraya Mires.
“El oficialismo sólo podría robarle un 5 por ciento de los votos a la oposición. Para arrogarse más, el PSUV tendría que quemar locales electorales enteros”, acota el catedrático. “Aunque no creo que el enorme fraude electoral del oficialismo le permita impedir el triunfo de la oposición –que a estas alturas ya es ostensible, a juzgar por las encuestas–, sí doy por sentado que va a haber manipulación de cifras para evitar que la oposición obtenga una mayoría absoluta en la Asamblea Nacional y le quite el timón al PSUV”, sostiene Mires.
“Los opositores venezolanos tendrán que insistir en defender sus votos, cueste lo que cueste, para evitar que se repita lo ocurrido en los comicios presidenciales de 2012, cuando el estamento chavista le robó votos a Henrique Capriles Radonski –principal adversario de Hugo Chávez– y se negó a mostrar los cuadernos electorales para refutar las acusaciones de fraude. Hace tres años, nadie contaba con el aluvión de votos que obtuvo Capriles Radonski y, en consecuencia, no se preparó la defensa masiva de ese capital político. Pero, hoy, la situación es distinta”, señala Mires.