Periodismo latinoamericano y europeo frente al narcotráfico: ¿qué hacer?
21 de junio de 2011Publicidad
Ciudad Juárez es la localidad con mayores asesinatos anuales del mundo. De 6 a 27 personas mueren cada día, “el equivalente a un equipo de fútbol”, recuerda Judith Torrea, española de nacimiento y “juarense de corazón”, autora del blog “Ciudad Juárez, en la sombra del narcotráfico” (y ganadora del galardón de Reporteros sin Fronteras en The BOBs 2011, los premios de Deutsche Welle a “The Best of the Blogs”).
La “guerra contra el narcotráfico” ha cobrado en México la vida de más de 40 mil personas desde que el actual presidente, Felipe Calderón, decidiera enfrentar militarmente a los carteles del crimen organizado. ¿Las víctimas? Narcotraficantes, sí; pero también miles de civiles inocentes, y unos 30 periodistas. Según la organización no gubernamental Reporteros Sin Fronteras, México presenta las peores condiciones de seguridad para periodistas en el continente.
Esta violencia no es sólo un problema mexicano: afecta sobre todo, en América Latina, a importantes productores de drogas o sus materias primas como Colombia, Perú y Bolivia; a países de tránsito en el sur y en Centroamérica y el Caribe; y a consumidores emergentes como Brasil. Pero los consumidores estadounidenses y europeos, y las políticas de drogas de sus Gobiernos, tienen una parte de la responsabilidad, insisten los periodistas.
¿Qué puede hacer el periodismo de uno y otro lado de esta peligrosa cadena de oferta y demanda? Colegas iberoamericanos y europeos debatieron sobre el tema en el Deutsche Welle Global Media Forum, que se celebra en Bonn entre el 20 y el 22 de junio.
Entre periodismo de investigación y de sospecha
“¿Valen la pena el derramamiento de sangre, la economía de guerra, los periodistas buscando asilo en Estados Unidos?”, se pregunta el redactor jefe de El Diario de Ciudad Juárez, Gerardo Rodríguez Jiménez, que ya ha perdido a dos colegas (haga click debajo para escuchar su entrevista con Deutsche Welle). La vía militar no acabará con "la desigualdad social" que está en la base del problema, advierte Torrea, a quien los grandes medios le negaron la publicación de sus historias antes de que su blog ganase premios.
Los periodistas extranjeros, sin embargo, corren menos peligros, opina la periodista y documentalista de la televisión alemana Doris Ammon, que acaba de rodar en México sobre el negocio multimillonario detrás de “uno de sus principales productos de exportación”: las drogas. “Nadie nos conoce antes, todos saben que llegamos, nuestro show termina tras cuatro meses y tenemos el gran privilegio de que después podemos regresar a la seguridad de nuestro propio país”, reconoció.
Sin embargo, su trabajo –protegido, al tiempo que “facilitado” por “escenificaciones” de los militares– enfrenta a los corresponsales con su ética periodística y con la ley. Lo mismo sucede con datos obtenidos en entrevistas con autoridades. No son raras las denuncias de vínculos de alcaldes, parlamentarios y policías con el narco. A no presentar escenificaciones como realidades, o sospechas no confirmadas como descubrimientos, llama Amon.
“Lo que hacemos es una especie de periodismo de sospecha” –dice Amon–, en el que la cobertura periodística debe protegerse de “sospechosos” que podrían acudir al recurso de la “presunción de inocencia”, una garantía del Estado de derecho. Trabajos más serios llevan más tiempo de investigación meticulosa en el terreno: seis años costó a su colega mexicana, Anabel Hernández, su libro “Los señores del narco”.
Reto europeo, también…
Justo la infiltración de este negocio en sectores corruptos del aparato estatal, sus inversiones para el lavado de dinero en “sectores económicos legales” como el turismo en República Dominicana o el Caribe anglófono, hacen más difícil la cobertura periodística, señala Benoît Hervieu, director de la sección americana de Reporteros sin Fronteras. “Se dice que el Chapo Guzmán, el más importante capo mexicano, posee entre 780 y 3.500 empresas”, anota Amon.
En Ciudad de México, pero también en empresas de Europa y Estados Unidos –“incluida Alemania” –, se lava dinero, asegura la documentalista germana. Para los periodistas, también para los europeos, queda el reto de asumir el tema, de no quedarse en “las notas rojas” sobre masacres o arrestos de grandes capos, de no permitir “que se esconda, tras una cara, la dimensión empresarial del narcotráfico”, sugiere Hervieu.
Al cierre, Günter Wallraff, el “periodista indeseable” del periodismo de investigación alemán, lanza al ruedo un debate inconcluso para la sociedad y los medios internacionales: ¿si la “guerra contra el narcotráfico” ha fracasado provocando el aumento de la violencia, no habrá que pensar una vez más sobre modelos de legalización del consumo como los probados en Suiza?
Doris Amon discrepa: “aún nos quedan muchas herramientas que perfeccionar y otras que probar antes de llegar a semejante medida”. Con propuestas concretas de reconocidos expertos y personalidades políticas internacionales, como el ex Secretario de la ONU Kofi Annan, “el debate apenas ha comenzado”, advierte Wallraff.
En entrevista con Deutsche Welle, Günter Wallraff reconoce que no ha hallado aún fuentes confiables para seguir los hilos del narcotráfico en Alemania, pero podría hacerlo en el futuro... Más sobre sus últimos trabajos próximamente, aquí, en DW-WORLD.DE
Autor: Rosa Muñoz Lima
Editor: Pablo KummetzPublicidad