"Piazzola no mató al tango, fue su salvador"
15 de junio de 2007Carel Kraayenhof es un músico reconocido en el "planeta del tango". Desde hace más de 20 años, el holandés ha recorrido innumerables países y compartido el escenario con leyendas como Astor Piazzola y Osvaldo Pugliese. Además, promovió la fundación de un departamento de tango en el Conservatorio de Música de Rotterdam. Ahora acaba de presentar en Alemania el disco Tango Heroes con el que, junto a su Sexteto Canyengue, Kraayenhof sigue difundiendo la música argentina. DW WORLD habló con él acerca de este género musical que, a juzgar por la respuesta que motiva, resulta irresistible incluso a culturas muy distintas de la latinoamericana.
DW WORLD: ¿Cómo nació su amor por este instrumento, el bandoneón, y por el tango?
Carel Kraayenhof: En realidad yo empecé con el piano a los ocho años. Uno de mis hermanos ya estaba involucrado en una banda que tocaba música irlandesa y escocesa y me propuso que me comprara una "verdulera", como se dice en Argentina; o sea, un acordeón diatónico. Empecé a estudiar estos instrumentos de manera autodidacta. En 1982, un amigo mío me mostró un disco de un bandoneonista llamado Juan José Mosalini, radicado en París. En él tocaba solos de bandoneón. Me conmovió tanto, que a partir de ese momento me puse a buscar un bandoneón, pero no había en Holanda. Un día tocaba yo el acordeón en un parque de Amsterdam, se acercó un muchacho argentino y me preguntó si también tocaba el bandoneón. Le dije que era mi gran sueño y me ofreció buscar un instrumento para mí en su próximo viaje a Argentina. Volvió con un instrumento fantástico, un doble A: Alfred Arnold, o sea, de los mejores. Así que empecé sacando arreglos de Pugliese y de Piazzola, con los discos.
¿Qué fue lo que más le impresionó de aquel disco de Mosalini, el virtuosismo o la emoción de la música?
C.K: Estaba yo muy emocionado por el sonido. La mano izquierda en el bandoneón produce un sonido muy denso, muy melancólico. La mano derecha, en cambio, tiene una expresión mucho más brillante. En combinación parece que se escucha una pequeña orquesta. Tambien me impresionó que con cada mano se pueden tocar melodías independientes.
¿Cómo define usted el tango?
C.K: La definición más linda y más profunda que jamás oí, es la del poeta e historiador de Buenos Aires, Horacio Ferrer. Él dice que el tango es la primera sonrisa en tu cara después de haber cruzado un mar de llantos. El tango es como el blues de América Latina, pero no sólo tiene la nostalgia sino también la alegría.
En lugares tan lejanos de Argentina como Finlandia hay clubes donde la gente se reúne a bailar tango. Usted es holandés. ¿A qué atribuye el hecho de que el tango sea tan bien recibido en culturas que aparentemente nada tienen que ver con la latinoamericana, o específicamente la argentina?
La música argentina tiene influencias de muchas culturas europeas. Buenos Aires es una ciudad de muchísimos inmigrantes. Por eso en el tango se escuchan rasgos de músicas clásicas pero también de músicas folclóricas. En las cuerdas se escucha influencia de Rusia y de Hungría. Los italianos y los españoles también tuvieron una influencia muy grande. Todos los instrumentos que se tocan en el tango argentino son de origen europeo, hasta el bandoneón, que es alemán. Así que el tango es la combinación ideal entre Europa y América Latina.
Usted ha decidido hacer ya sus propias composiciones de tango. ¿Cómo llegó a esta decisión?
C.K.: En 1990 compartí el escenario con Osvaldo Pugliese, que invitó a mi conjunto -el Sexteto Canyengue, de Holanda- a Buenos Aires. Luego fundamos un departamento de tango en el Conservatorio de Rotterdam, donde Pugliese fungió como director artístico. Él decía siempre a sus músicos: "Muchachos, hay que ensuciar papeles". Es decir, había que escribir notas, nuevas composiciones, nuevos arreglos. Me siento tan agradecido con los argentinos, que como músico me siento obligado a esforzarme en la escritura de la música. Así que ahora, después de haber tocado tango por veinte años, decidí componer algunos homenajes a Pugliese, a Osvaldo Ruggiero, a Roberto Álvarez, a Juan José Mosalini y a varios maestros más.
Piazzola se enfrentó en su momento a las críticas de "fundamentalistas", que le reprochaban hacer un tango adulterado. ¿Qué opina usted de la evolución del tango?
C.K.: Astor Piazzola no mató al tango. De hecho, él fue el salvador del tango. Este género siempre está en un proceso de evolución. Los pasos que dio Piazzola eran necesarios para el tango. También lo que hizo Pugliese en los años cuarenta fue una revolución tan grande como la que Piazzola llevó a cabo después. Ninguna música puede quedarse estancada. Si no evoluciona, no puede pasar a las siguientes generaciones.