Cuando se publicaron los Papeles de Panamá hace cinco años, se sabía que la cosa no quedaría ahí. Y así fue: poco después se filtraron las Bahamas Leaks y luego los Paradise Papers. Le siguieron los archivos FinCEN, que un valiente denunciante envió a nuestros colegas de Buzzfeed, y ahora los Papeles de Pandora: la mayor filtración hasta la fecha del mundo de los paraísos fiscales, según cómo se cuente. Revelan cómo cientos de políticos, incluidos 35 jefes de Estado, ocultan su dinero en empresas ficticias, fideicomisos y fundaciones.
Esto nos lleva al corazón del problema: la política.
El gran negocio offshore sigue en auge
La existencia de los paraísos fiscales es conocida desde hace años. También se sabe desde hace años que las "empresas buzón" son utilizadas por evasores de impuestos, defraudadores y otros delincuentes.
Y, sin embargo, ha habido poca voluntad de cambiar esto realmente. Hay que reconocerlo: se han iniciado investigaciones, algunos políticos han dimitido, algunos incluso han ido a la cárcel. También se han endurecido algunas leyes. Por último, cada vez más países disponen de un registro en el que se pueden consultar quiénes son los verdaderos propietarios de las empresas. Los países del G20 también han acordado una imposición mínima global, pero es un ridículo 15 por ciento y solo se aplica a las grandes empresas. El gran pelotazo continúa. Y el enorme negocio offshore en el extranjero continúa.
No está todavía a la vista un intercambio sensato y rápido de información entre investigadores de todos los países. Las sanciones contra los paraísos fiscales aún menos. ¿Cómo iban a hacerlo? Después de todo, uno de los mayores paraísos fiscales del mundo es, precisamente, Estados Unidos. Los estados de Delaware, Nevada y Wyoming han sido criticados durante años, y sin embargo no se hace nada. Es más: cuando el paraíso fiscal de Bahamas endureció sus leyes en 2018 por la presión de Estados Unidos, muchos clientes de paraísos fiscales emigraron, precisamente a Estados Unidos, a Dakota del Sur.
Irresponsabilidad de la política
Los gobiernos de Estados Unidos siempre han sido pioneros a la hora de exigir a otros países más transparencia y que rechacen el dinero sucio. Allí, claro, pero en su propio rancho no se fijan tanto.
Pero, si se quiere encontrar hipocresía, no hay que buscar mucho. La Unión Europea tampoco ha hecho mucho en lo que respecta a la lucha contra los paraísos fiscales. Solo dos días después de las primeras publicaciones de los Papeles de Pandora, los ministros de Economía de la UE sacaron a Dominica, Anguila y las Seychelles de la lista negra de paraísos fiscales en una cumbre celebrada en Luxemburgo, el pintoresco paraíso fiscal en el corazón de Europa.
¿Cómo vamos a explicar a la gente que la política, por un lado, no ha actuado durante años y, al mismo tiempo, exponemos constantemente a los políticos como aprovechados del sistema offshore? Que de entre todas las personas, los actores sociales que podrían y deberían remediar este deplorable estado de cosas se han beneficiado ellos mismos del sistema… Que apenas es nada lo que se ha hecho desde los Papeles de Panamá. Es difícil de explicar.
Cambio climático, corrupción, terrorismo
Hay mucho en juego. Casi todos los problemas contemporáneos tienen algo que ver con los paraísos fiscales, las empresas ficticias y los fideicomisos o fundaciones opacas. Ya sea el cambio climático, la corrupción, la financiación del terrorismo o el saqueo de continentes enteros, el vínculo con las empresas de papel o empresas buzón siempre se aparece, porque son una forma de borrar el rastro.
Al mismo tiempo, el mundo de los paraísos fiscales es un mundo de ricos y superricos, no aptos para la gente común y corriente. Visto de forma neutral, mucho queda en el aire, porque offshore significa no solo menos impuestos, sino también la libertad de elegir las leyes que les convienen. Eso empieza por la fiscalidad, pero también se aplica a la ley de sucesiones, a la ley de responsabilidad y la ley de deudores. Y ese es un problema intolerable, realmente intolerable para la sociedad.
Lucha por la democracia
Si unos pocos pueden elegir qué leyes se les aplican, se crea una sociedad de dos clases: aquí los que están en el mundo offshore; allí el resto. Pero la gente ya no se identifica con una forma de sociedad en la que hay reglas diferentes y en la que "los de arriba" pueden atenerse a reglas completamente distintas. Esto, a su vez, pone en peligro nuestra democracia. Porque facilita a los populistas la captación de votos: solo tienen que arremeter contra "los de arriba". Y nosotros, como periodistas, también lo demostramos con cada filtración, porque confirmamos que la élite se permite otras reglas.
Por tanto, la lucha contra los paraísos fiscales es también una lucha por la democracia. Es una lucha importante. No podemos permitirnos perderla.
(ee/lgc)