Por una globalización más social
7 de mayo de 2007Es el mismo hombre: Franz Müntefering. En 2005, cuando acusó al empresariado de ser una plaga de langostas, ejercía como presidente del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) y uno de los suyos era canciller, Gerhard Schröder. Hoy es ministro de Trabajo y Asuntos Sociales bajo una canciller que no milita en sus filas, la democratacristiana Angela Merkel, y hace estos días de anfitrión en Dresde, donde se celebra la Conferencia de Ministros de Trabajo del G-8 (los siete países más industrializados y Rusia), en la que también participan representantes de empresarios y sindicatos.
Esta vez, Müntefering se ha cuidado de hacer comparaciones con el mundo de la zoología. El correcto lenguaje del marketing es mucho más apropiado para estas ocasiones. El tema del encuentro es la CSR, la Corporate Social Responsability o responsabilidad social empresarial, en un mundo globalizado.
Ganadores y perdedores de la globalización
Dicen los sindicatos que han hecho uso de la palabra en Dresde que de la globalización económica unos han salido ganando, los empresarios, y otros perdiendo, los empleados. Los sueldos bajan, las condiciones laborales empeoran y de los récordes de exportación y los astronómicos beneficios poco llega al trabajador.
"Aproximadamente el 80% de la población mundial gana menos de dos dólares al día. 1.400 millones de personas ni siquiera tienen empleo. De la globalización se benefician principalmente los ricos, mientras que la mayor parte de los trabajadores de los países de la OCDE [Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico] no recibe la parte que le corresponde del crecimiento económico", dijo Michael Sommer, presidente del sindicato alemán DGB.
La entrada de China, la India y los países de la antigua Unión Soviética en el mercado libre y global ha duplicado el número de trabajadores a nivel mundial. "Mientras que la política no logre solucionar el problema del enorme aumento de potenciales empleados, los sueldos y las condiciones laborales de los trabajadores en los países industrializados estarán en peligro", declaró el sindicato internacional TUAC.
¿Normas fijas para los empresarios?
Por ello, los sindicatos instan a la clase política a establecer reglas fijas de comportamiento social y cumplimiento global a las compañías. También los empresarios y las organizaciones patronales esperan más compromiso de los políticos, pero se niegan a aceptar una regulación mundial que les imponga la filantropía.
"Obligar a las compañías por ley a realizar labores sociales en los países en desarrollo sólo supondría un aumento de la burocracia. Además, ya se llevan cabo importantes esfuerzos sociales a nivel voluntario". Y a nivel voluntario deben permanecer, declaró Renate Hornung-Draus, delegada de la patronal alemana DBA.
Franz Müntefering se concede tiempo hasta el próximo otoño para encontrar el modo de hacer que los empresarios cumplan con su responsabilidad social, y lo más probable es que la solución no contemple la obligatoriedad. Un etiquetado que permita al consumidor recocer a las firmas especialmente "sociales" sería, en palabras del ministro, "una posible solución".
Momento crítico para Alemania
La cumbre de los ministros de Trabajo y la CSR llegan a Alemania en un momento delicado para la política laboral. Constantemente informan los medios de comunicación sobre sueldos por debajo del mínimo existencial, mientras los trabajadores de la mítica Telekom se preparan para la huelga: la compañía telefónica con más de un 30% de participación estatal quiere que 50.000 de sus empleados trabajen más por menos dinero.
Esta situación se ha dejado sentir en Dresde. Müntefering hace campaña ante la canciller, con el apoyo de los sindicatos, a favor del salario mínimo interprofesional. De sus colegas del G-8, el ministro quiso saber cuál ha sido su experiencia en este campo, en preparación al mismo tiempo de la próxima cumbre del G-8 en Heiligendamm, en el norte de Alemania, en la que se espera que el tema social ocupe de nuevo un lugar central.