En las montañas del oeste de Birmania, lejos del interés de los medios internacionales, se libra una guerra despiadada; también contra la población civil. Los chin, una minoría cristiana, ofrecen resistencia y siguen controlando hasta hoy gran parte de su territorio. Su ejército se entrena en lo más remoto de las montañas, junto a la frontera india. Cientos de jóvenes abandonaron sus empleos o sus estudios para unirse a la lucha contra las tropas del régimen militar. Equipados generalmente solo con armas ligeras, pero con gran resolución. Sin embargo, la población civil paga un alto precio por esta guerra. Miles de pobladores han sufrido los bombardeos aéreos de la junta. Sus viviendas quedaron destruidas y se han visto obligados a huir. Pese a ello, los chin se mantienen firmes en su meta de lograr la caída del régimen militar.