El pescador Darren Kenyon, de Grimsby, creyó las promesas de la campaña a favor del Brexit y votó por la salida de la Unión Europea. Confiaba en tener así un mayor control de los caladeros en sus costas y por lo tanto un futuro mejor. Pero dos años y medio tras el Brexit, también él se siente engañado por el primer ministro británico, Boris Johnson. La situación económica de Darren Kenyon ha empeorado. El pescador critica que siga habiendo tanta burocracia como antes y aún menos derechos de pesca que en el pasado. Y, sin embargo, eran precisamente los pescadores del noreste de Inglaterra los principales abanderados del movimiento pro-Brexit. No solo los pescadores, también la mayoría de los habitantes de la región de Humberside se arrepienten de su voto y se dan cuenta ahora de que antes les iba mejor, también gracias a los fondos de la UE. Casi la mitad de ellos votó por la salida de la Unión Europea. Y eso, pese a estar profundamente ligados al Partido Laborista, contrario al Brexit, y ser considerados como el "muro rojo”. Hoy, la decepción es enorme. "Me avergüenzo de haber votado por el Brexit, me gustaría poder dar marcha atrás en el tiempo”, nos dice uno de ellos. Desde los años 90, la situación económica en el noreste de Inglaterra no ha dejado de empeorar. Las cuotas de pesca fueron un duro golpe para la región. Un político supo beneficiarse del descontento: en diciembre de 2019 Boris Johnson se lanza a la conquista de votos para el puesto de primer ministro. Enfundado en el uniforme de los trabajadores de una fábrica de pescado, ensalza el futuro dorado de la pesca tras un Brexit, y promete mayores cuotas de pesca, el fin de la burocracia de la UE, de un dinero que se desviará en el futuro al sistema de salud británico. Nada de esto se ha cumplido. Los pescadores, se sienten tan traicionados como los comerciantes y proveedores. En Hull, al menos sigue existiendo un proyecto de hip hop, concebido para sacar a los jóvenes de la calle. El director de esta iniciativa, Steve, nos cuenta que anteriormente el proyecto se financiaba con fondos de la Unión Europea. ¿Qué llega ahora de Londres? Nada.