Juicio a presunto nazi Demjanjuk
9 de mayo de 2011Un tribunal regional en Múnich, la sala del jurado. Ante la larga mesa del juez hay una camilla, una manta blanca y un almohadón amarillo. Pocos minutos antes de la audiencia dos guardias seguidos de enfermeros llevan al anciano acusado en una silla de ruedas. Se trata de John Demjanjuk, de 91 años. Lleva una gorra de béisbol y gafas. Lo colocan en la camilla, lo cubren. Pasará así, sin decir palabra, horas y horas; sólo en las pausas no parece tan frágil, comenta con la traductora, gesticula. Las casi 90 sesiones de audiencia han sido similares; el acusado no está dispuesto a colaborar.
¿Cómplice de asesinato?
Graves son los hechos que le imputa la Fiscalía. En 1943, Demjanjuk trabajaba como guardia y asistente en el campo de exterminio de las SS alemanas en Sobibor; allí habría sido cómplice de la muerte de 27.900 judíos, un peón de la maquinaria del Holocausto. En ese entonces, Demjanjuk apenas tenía 23 años; en su infancia había sobrevivido a la gran hambruna posterior a la colectivización estalinista.
Después del ataque de la Wehrmacht alemana a la Unión Soviética, Demjanjuk es enviado al frente; es tomado prisionero por los nazis, lo cual es sinónimo de condena a muerte. Millones de soldados soviéticos mueren en los campos de prisioneros por extenuación, frío, hambre. Pero Demjanjuk es entrenado como trawniki, un voluntario; poco después lo envían a Sobibor, al sureste de Polonia. Los que lo acusan no tienen duda.
Primeras investigaciones
Después de la Segunda Guerra Mundial, Demjanuk emigra a Estados Unidos; cambia su nombre: Ivan por John. Es obrero de la Ford en Cleveland, esposo, padre, feligrés. 25 años más tarde, su vida da un giro. Las autoridades estadounidenses lo acusan de haber sido maquinista de las cámaras de gas en el campo de concentración de Treblinka. Le retiran su pasaporte de Estados Unidos, lo deportan a Israel en donde algunos sobrevivientes del Holocausto creen reconocer en él a “Iván el terrible”. Lo condenan a muerte. Cinco años espera por su ejecución hasta que nuevos documentos demuestran que se trataba de un error. A Demjanjuk se le permite volver a Estados Unidos.
Búsqueda de nuevos indicios
Años más tarde, investigadores alemanes recogen indicios de que Demjanjuk, efectivamente, había sido guardia al servicio de las SS en Sobibor, en donde entre 1942 y 1943 fueron asesinadas más de 250.000 personas. Después de un largo tira y afloja, John Demjanjuk es deportado a Alemania. En Múnich, en el año 2009, comenzó su juicio.
Desde el principio el interés mundial fue grande y ha suscitado grandes emociones hasta el final: ataques verbales de la defensa a la Fiscalía; abogados que abandonan la sala; familiares de sobrevivientes que rompen a llorar de dolor y rabia. Quienes defienden a Demjanjuk hablan de un proceso injusto.
Informaciones, dudas
En más de 90 sesiones, el tribunal intenta esclarecer los hechos. Peritos, historiadores, expertos militares, grafólogos son consultados; se revisan cientos de documentos. Al final, quedan dudas. ¿Qué hizo exactamente Demjanjuk en Sobibor? ¿Tuvo la posibilidad de no hacer lo que se le ordenaba? Entre los pocos sobrevivientes, todos de avanzada edad, no hay uno que pueda atestiguar un solo hecho de Demjanjuk. “Si estuvo en Sobibor, es un asesino”, dice Thomas Blatt, que estuvo prisionero en el campamento siendo un adolescente. No obstante surge la pregunta: ¿se puede condenar a un hombre que fue obligado a ser peón en la maquinaria asesina del nazismo?
Alemania, la culpable
La Fiscalía está convencida: quien estuvo en Sobibor es cómplice de genocidio. Una credencial de Demjanjuk es la prueba principal. La defensa asegura que se trata de una falsificación del KGB; el aguerrido abogado defensor, Ulrich Bush, niega que su cliente haya estado en Sobibor. Y aunque hubiese estado, no hay ninguna prueba de que haya estado envuelto en la muerte de miles de judíos.
“El verdadero asesino es Alemania”, acusa Bush, pues Alemania creó primero el sistema mortal y luego obligó a personal extranjero a cooperar en él. La Fiscalía exige seis años de prisión para Demjanjuk; la defensa clama inocencia. Familiares de víctimas esperan que se lo declare culpable aunque no ven sentido en una condena a prisión.
Una lección de Historia
Buena parte del público viene de Holanda; de allí fueron deportados miles de judíos a Sobibor. Los testigos oculares no se cansan de recalcar que para ellos es importante contar lo que pasó. El juicio ha sido agotador, ejemplar, será probablemente uno de los últimos a un colaborador de los nazis. Para Willem Bofink del diario Trouw, fundado en 1943 clandestinamente durante la ocupación nazi , este proceso, uno de los últimos a un nazi, ha sido “una lección de Historia muy importante”.
Autora: Cornelia Rabitz/Mirra Banchón
Editora: Emilia Rojas