Protegiendo a obreros en sector textil asiático
16 de octubre de 2014El sector textil tiene mala fama en Alemania: en sus sitios de producción, por lo general en países de Asia, los empleados trabajan, a menudo, en condiciones infrahumanas. Fábricas en las que también hay casos de explotación laboral de niños.
Ante dicha situación, Gerd Müller, ministro alemán de Cooperación Económica y Desarrollo (BMZ, por sus siglas en alemán), ha impulsado la Alianza para el Establecimiento de Estándares Éticos y Ecológicos en la Producción de Textiles. “En vista del pago de salarios de hambre, el uso de químicos mortíferos y el trabajo infantil en la producción textil no puede haber compromisos”, dijo Müller durante la presentación de dicho plan.
Sello de calidad
La iniciativa apunta a una estrecha cooperación entre ministerios, organizaciones no gubernamentales, sindicatos y empresas. “Ningún productor debe poder evadir el pago justo del trabajo y el respeto de la naturaleza”, dijo Gerd Müller, y apuntó que “los consumidores no quieren que se cometan injusticias en la producción de la ropa por la que pagan”. Los productos que sean hechos respetando estas normas recibirán un sello de calidad que el ministro federal de Cooperación Económica y Desarrollo ha llamado “Botón verde”.
La idea empero, no ha tenido la amplia acogida que se esperaba. Solo unas 30 empresas han adherido a la Alianza, todas medianas. Lo sorprendente es que grandes empresas como Adidas, kik, Aldi Süd y otras más no hayan declarado, hasta ahora, querer hacer parte de la iniciativa para eliminar las precarias condiciones de trabajo en el sector textil. Las grandes empresas textiles alemanas se disculpan diciendo que el cumplimiento de los estándares propuestos por el ministerio de Cooperación no es “comprobable”.
Sin el apoyo de las grandes empresas
Así, la Alianza para el Establecimiento de Estándares Éticos y Ecológicos en la Producción de Textiles ha tenido un débil comienzo. Pero Müller no se desespera y deja “la puerta abierta” a las empresas que quieran apoyar la idea recordando que los consumidores solo pagarían un euro más por un pantalón, por ejemplo. “Un euro con el que una costurera en Bangladesh puede pagar la escuela de sus hijas”, destaca el ministro.
Las exigencias a las empresas no son imposibles de cumplir: prescindir del uso de químicos nocivos para la salud y pagar salarios justos. Una idea que busca ser ampliada a toda la cadena de producción, desde el cultivo de algodón hasta el producto colgado listo para vender. La adhesión a la iniciativa es voluntaria, pero más adelante puede ser obligatoria. Niema Movassat, parlamentario de La Izquierda en el Bundestag, le ha pedido al ministro Müller que convierta la idea en ley.
La iniciativa surgió tras el derrumbe en 2013 de una fábrica de textiles en Bangladesh, en el que murieron 1.130 personas y 2.000 resultaron heridas. En dicha fábrica se fabricaban productos para el mercado alemán.