Protestas contra la aplicación de transporte Uber
13 de junio de 2014Hasta ahora, se podía decir que en la mayoría de los países industrializados el futuro de la industria del taxi estaba asegurado. Las estructuras del gremio estaban organizadas. Solo quien tiene licencia, puede conducir un taxi y es la administración quien determina los precios. Y con un número limitado de concesiones, la competencia se mantenía dentro de lo aceptable. Un nicho protegido en el que ahora quieren entrar cada vez más empresas.
A todo gas
Como complemento, las aplicaciones para el taxi existen desde hace tiempo. Al igual que las centrales telefónicas, sirven para acortar tiempos de espera a cambio de una comisión. Otras aplicaciones ofrecen descuentos por reserva anticipada y entre tanto, modelos de negocio tipo Carsharing (coche compartido) se han convertido en la pesadilla del gremio.
Pero ahora, el gran peligro viene de la mano de una aplicación de San Francisco llamada Uber. Ésta no tiene coches propios, pero sí una plataforma muy eficiente en Internet. Los pasajeros pueden pedir un coche a través de la aplicación y ver cuan lejos está el auto más próximo. El precio del trayecto se paga a través de la aplicación, con una comisión del 20% para Uber, y cualquiera se puede inscribirse como conductor siempre que sea mayor de 21 años. Es decir, no es necesaria concesión ni se está sujeto a la tarifas de taxis, ofreciendo trayectos que, por regla general, son más baratos salvo en ocasiones de mal tiempo o gran demanda. Entonces, el precio aumenta según la ley de la oferta y la demanda.
El crecimiento de esta aplicación ha sido impresionante. Con tan solo cinco años desde que Travis Kalanick la creó, la empresa está ahora activa en 37 países con un valor que aumenta continuamente. Después de la ampliación de capital de 3.500 millones de dólares del año pasado, en este año fueron 17.000 millones. Un valor superior a empresas de alquiler como Hertz o Avis.
Tanto empresas de capital como grandes corporaciones arraigadas en el mundo digital alientan las fantasías de los inversores en este tipo de plataformas. Por ejemplo, Facebook pasó de 15.000 millones de euros en 2008 a 50.000 en menos de dos años y con su salida a bolsa en 2012, el valor calculado fue de 100.000 millones de dólares.
Por su parte, Uber compite con su modelo de negocio entre varios portales de comparación de precios basados en Internet. Dichas plataformas son muy deseadas por grandes empresas como Google, que compró el comparador de restaurantes Zagaz o la plataforma Waze, software de navegación que envía al usuario información real sobre las incidencias del tráfico.
Taxistas a la calle
Otro gran argumento para el rápido crecimiento de Uber son los altos beneficios que genera el mercado del taxi. Solo en Alemania, la Oficina Federal de Estadística valoró la cifra de negocio en 3.740 millones de euros, un crecimiento del 10% a pesar del descenso del número de ofertantes. Pero estas alturas, el imparable avance de la aplicación provoca incluso conflictos entre autoridades y los servicios de taxi. Un servicio de competencia desleal que ha de ser llevado a los tribunales y que, aunque todavía no haya sentencia definitiva, ya ha sido prohibido en ciudades como Bruselas por la vía judicial.
Michael Müller, presidente de la Asociación Alemana de Taxi y Coches de Alquiler, alienta la discusión contra la competencia estadounidense: “Los conductores privados no tienen autorización en el sector del taxi y no pagan impuestos por trayectos. No están asegurados para el transporte de pasajeros y no se someten a controles rutinarios de salud, además de no tener pruebas sobre su formación o el estado de su automóvil”.
Argumentos vanos para Uber, para quién no hay mejor garantía para garantizar la calidad del servicio que las valoraciones de los pasajeros . Por el momento, a los taxistas solo les queda salir a la calle. En esta ocasión, un día entero de protesta por las calles en muchas ciudades de toda Europa.