¿Qué es el BEI?
10 de abril de 2006La política propone y el Banco Europeo de inversiones (BEI) dispone. Surgido en 1957 a partir de los Tratados de Roma, cuando fue fundada la Comunidad Económica Europea, con la única meta de “recoger depósitos a nivel mundial, para ayudar a Italia, que era mucho más débil que los otros cinco. En lugar de hacer regalos, se quería conceder préstamos a largo plazo”. Así recuerda Wolfgang Roth, vicepresidente del BEI, los inicios. Por medio de créditos baratos el banco, con sede en Luxemburgo, aspiraba a ayudar a que regiones pobres, como Sicilia, lograran acercarse rápidamente al estándar de vida europeo. En aquel entonces se financiaron sobre todos grandes proyectos de infraestructura, como autopistas, ferrovías y puertos. El dinero necesario para ello provino del mercado de capitales.
En sus casi 50 años de existencia el banco europeo ha ganado notoriamente en importancia. El año pasado concedió préstamos por valor de 50 mil millones de euros, el doble de los créditos otorgados por el Banco Mundial.
La clave del éxito
El dinero ubicado en el BEI es dinero muy seguro, porque son todos los miembros de la UE quienes lo garantizan, por lo cual prácticamente nada se puede perder. Esta gran seguridad es la misma que permite al BEI conceder créditos tan convenientes. En el mercado de capitales el banco obtiene “AAA”, la mejor nota que pueda obtener un banco o Estado. “La abuela en Francfort o el abuelo en Stuttgart compra empréstitos del BEI, porque hay mucha gente en los bancos que les dice que el BEI ofrece mejores condiciones para ellos como ahorristas, que las de los bonos de la República Federal de Alemania”, explica Roth.
¿Quién toma las decisiones?
Los 25 Estados miembros de la Unión Europea participan en el banco según su peso económico. En consecuencia, los mayores accionistas son: Alemania, Francia, Italia y el Reino Unido. Pero, a pesar de estar estructurado de este modo, el BEI es considerablemente autónomo en sus decisiones. Únicamente los ministros de finanzas de los países miembros se encargan de controlar que los préstamos otorgados concuerden con las metas de la UE. Así fue dispuesto en los Tratados. De modo que el banco debe tener como referencia los objetivos políticos de la UE, pero no está obligado a rendir cuentas a ninguna otra institución, como el Parlamento Europeo, por ejemplo.
Cambio de rumbo en el BEI
Sin embargo, el Parlamento Europeo aspira a ejercer más influencias sobre las decisiones del BEI. Es así que a finales de los años 90 presentó un primer informe sobre el rol del banco. “Tanto conservadores como liberales querían eliminar por completo al BEI. Y las organizaciones locales de desarrollo criticaban que el banco financiaba de todo y se había convertido en un banco común y corriente”, recuerda Alan Lipietz, diputado verde, experto desde aquella época en lo concerniente al BEI. Fue así que el banco tuvo que cambiar de rumbo y “atenerse a las líneas políticas europeas, para volver a ser el brazo económico de las instituciones europeas”. En su página de Internet el banco publica ahora regularmente cuáles son los proyectos apoyados. Además presenta un informe anual al Parlamento Europeo.
Trascendiendo fronteras europeas
Pero el BEI no trabaja sólo dentro de la Unión Europea, sino que desde hace unos 20 años empezó a conceder préstamos de desarrollo en otras regiones del mundo. Sin embargo, las organizaciones no gubernamentales critican una y otra vez que los créditos del BEI dañan más de lo que ayudan. La ONG “Bankwatch”, que observa desde hace más de diez años el trabajo del banco, acaba de publicar un informe sobre los proyectos realizados en África, Asia y Latinoamérica: “Las compañías van para allí y se encargan, por ejemplo, del abastecimiento público de agua, apoyados por el BEI. Y prometen mejorar la calidad del agua y los accesos. Pero al final lo único que pasa, es que aumentan los precios. En Filipinas los precios aumentaron un 500 por ciento”, critica Magda Stoczkiewicz de “Bankwatch”. A las críticas provenientes de las ONG el vicepresidente del banco, Wolfgang Roth, responde que “no se trata de hacer meramente política de desarrollo, sino de promover la economía europea”. Y añade: “Si apoyamos un aeropuerto en China, cuidamos que de este proyecto surjan puestos de trabajo europeos. Hay que distinguir muy bien entre política de desarrollo y nuestro tipo de trabajo, que apunta a apoyar los intereses industriales europeos”.
3 expertos para 130 países
Pero la crítica de las ONG comienza ya en los criterios empleados por el BEI para seleccionar los proyectos a apoyar: “El banco confía en los datos que le hace llegar un cliente, quien obviamente está interesado en obtener el dinero. Alcanza con enviar un documento, pero a nadie le interesa si el proyecto es luego llevado a la práctica”, explica Stoczkiewicz. Asimismo lamenta que haya muy pocos expertos en materia de ayuda para el desarrollo y protección del medioambiente: “Hace algunos años tenían un experto en medioambiente, ahora tienen tres. El BEI desarrolla actividades en 130 países y en el 2005 concedió más de 300 créditos por valor de 47 mil millones de euros. No creo que tres personas puedan abarcar toda esta masa”.