Refugios para caballos: ¿una luz de esperanza?
16 de mayo de 2013No pocas han sido las personas que, conduciendo por las carreteras andaluzas, han sido testigos de primera mano del aumento de abandono de caballos en los últimos años. Y posiblemente a todos ellos se les habrá ocurrido la misma pregunta: ¿qué se debe hacer con estos animales? ¿A dónde habría que llevarlos?
En teoría, los responsables de estos caballos sin dueño conocido son los cuerpos públicos, o en este caso, los ayuntamientos de los municipios correspondientes. Pero la realidad es otra: independientemente de quién tenga la responsabilidad legal, estos animales necesitan un hogar físico y unas atenciones veterinarias para que se recuperen de un estado de desnutrición y lesiones derivadas de su abandono.
La buena noticia es que para ello están los refugios de caballos, organizaciones sin ánimo de lucro erigidas con el propósito exclusivo de ayudar a estos animales. La mala noticia es que, en España, hay demasiado pocos.
Hasta 2001, de hecho, prácticamente no existía ninguna asociación de este tipo, hasta que se inauguraron el ADE (Asociación Defensa Equidos) en Cataluña y la Asociación y Albergue CYD Santamaría, en Málaga. Ambas organizaciones se fundaron con el mismo objetivo: llenar el vacío existente en España en la protección al caballo, un animal por entonces considerado oficialmente “de renta” y comúnmente expuesto a situaciones de violencia y maltrato.
Una decisión de corazón
Abrir un refugio de equinos no es una decisión fácil, y en estos dos casos particulares, el componente emocional tuvo mucho que ver. “Hay dos formas de hacerlo: la correcta y la otra… Que no es incorrecta, pero es más arriesgada”, explica Leonor Díaz, dueña del ADE. “La forma correcta es reunir los medios, tener un sitio adecuado que sea de propiedad, hacer un estudio de mercado, ver con qué capital y socios se cuenta, y hacer las cosas como si se tratara de una empresa. La otra forma es lo que hice yo: tirarme a la piscina sin saber si hay agua. Me dije: ‘me dan pena los caballos, voy a dar mi vida por los animales en general y por los caballos en particular, y me voy a dedicar las 24 horas del día, los 365 días del año y todos los años de mi vida mientras pueda a cuidarlos’. Asumí los gastos al principio, me compré una finca, y me puse en gran riesgo, porque estas cosas pueden ir mal, y si me quedara en la ruina, empeoraría la situación.”
En el caso del CYD, Alemania tuvo algo que ver en su fundación. “Mi hermana Concordia ha estado muy relacionada en el mundo del caballo en países extranjeros, sobre todo Alemania. Allí, la manera de relacionarse y de tratar al caballo es distinta. Al volver a Andalucía, comenzó a notar que había muchos caballos en situación de necesidad, a causa de abandono o lesiones, lo que le llevó a llamar a la policía para ver qué se podía hacer. Por aquel entonces, hace unos 15-20 años, la respuesta siempre era la misma: ‘si usted quiere, tome ese animal y lléveselo’. No había control alguno sobre este tema. De modo que mi hermana comenzó a recoger estos caballos de forma totalmente voluntaria. Hasta que se encuentra con que tiene un buen número de caballos en mal estado, sin salida real, y no sabe cómo mantenerlos. Pidió ayuda a la familia, y entre todos fundamos hace unos 10 años el CYD Santamaría.”
Ayer y hoy
En ambos casos, las directoras de los refugios no pensaron que la afluencia de caballos a sus establos fuera a ser tan constante y numerosa. “Yo provengo del mundo de la equitación, y realmente pensaba que no iban a haber muchos caballos que pudiéramos salvar, simplemente porque sabía que los caballos que ya no servían para ser montados iban en general al matadero”, cuenta Leonor Díaz, dueña del ADE. “Pero con el tiempo empezamos a darnos cuenta de la enorme cantidad de caballos que hay maltratados y en situaciones de abandono y de negligencia. Desde entonces, hemos ido creciendo, tenemos un overbooking tremendo, y la finca se los ha quedado pequeña.”
Para Virginia Solera, una de las fundadoras del CYD Santamaría, no obstante, la situación que se vivía entonces era “fácil”, en comparación con lo que se vive ahora. “Si nosotros antes en una semana recibíamos una media de diez denuncias por semana, ahora recibimos, a veces treinta… A veces cuarenta, y a veces cincuenta”, declara Solera. Y después de investigar a fondo cada una de estas denuncias para ver si realmente tienen fundamento, según Virginia Solera, la mayor parte son reales. “Otra diferencia fundamental es que antes recatábamos caballos de forma aislada, como en casos de abandono de un caballo porque el dueño era demasiado mayor, o una persona que maltrataba a su caballo particular. Pero ahora estamos hablando de grupos de treinta, setenta o cien caballos que, literalmente, se están muriendo de hambre.”
Desde 2001 han ido surgiendo más organizaciones similares en España, especialmente en los últimos años, según Leonor Díaz. Pero aún así, no es suficiente. Ambos centros se financian exclusivamente de forma privada, por medio de donaciones, y dando sus caballos en adopción para dejar espacio a nuevos animales. Pero con la crisis, cada vez hay menos socios, y las adopciones cada vez son más difíciles de llevar a cabo. En el caso del CYD, incluso, se han dado casos de “devoluciones de caballos adoptados”, según Virginia Solera.
Refugios en Alemania
Cuando cada vez hay menos dueños dispuestos o capaces de mantener a sus animales, más caballos sin dueño y sin perspectivas y menos espacio y fondos en los únicos lugares donde pueden optar a una segunda oportunidad en la vida, la mirada de muchos se pone en el extranjero. En concreto, las portavoces del CYD Santamaría miran hacia Alemania, donde, además de haber una “manera de relacionarse y de tratar al caballo distinta”, hay un buen número de organizaciones de protección de caballos, como por ejemplo la sociedad Pferderettung /Unterstützung e.V.
Fundada en 2009, Pferderettung /Unterstützung e.V. no es un refugio en sí, como lo son el ADE y el CYD, pero sí cuenta con miembros y establos por toda Alemania, y su labor es, igualmente, asistir a los caballos que necesitan ayuda. Con un sistema de financiación privada y un proceso de recogida y adopciones similares a los de las organizaciones españolas, la sociedad alemana da una visión de la situación económica del país a través de la vida y tratamiento de sus caballos. Aunque, en palabras de la portavoz de Pferderettung /Unterstützung e.V. Daniela Rode, en Alemania los caballos son en general vistos más como animales de compañía que como animales de renta, el país tampoco es un paraíso para perfecto: en los últimos años, la crisis también ha provocado un aumento de abandonos entre caballos cuyos dueños ya no pueden permitírselos, y las adopciones de estos animales son cada vez más difíciles.
Pero, a diferencia de España, en Alemania es mayor el número de organizaciones que ayudan a enfrentar esta situación. Por ejemplo, Pferderettung /Unterstützung e.V. puede “darse el lujo” de tomar medidas preventivas y tomar caballos directamente de dueños que confiesan no poder seguir manteniéndolos por razones económicas, algo que, por ejemplo, en el CYD se lamentan no poder llevar a cabo por falta de medios y espacio. “La ley de protección animal dice que los ayuntamientos deberían hacerse cargo de estos casos, pero cuando se les llama la atención por ello, reconocen que no pueden por falta de recursos”, explica Virginia Solera. “Puesto que esto se lleva viendo a lo largo de los últimos diez años, debería haber un cambio de competencias, quizás a nivel nacional: que el gobierno dé las partidas presupuestarias necesarias para tratar este problema.”
Asimismo, la sociedad alemana “delega” ciertos temas, como evitar que sean muchos los caballos enviados a los mataderos, a otras asociaciones dedicadas exclusivamente a ello, según Rode. Gracias a ello, se pueden concentrar en caballos maltratados o excluidos del mundo de la competición a causa de lesiones o minusvalías.
En Cataluña, Leonor Díaz no ha experimentado un aumento dramático de denuncias o llegadas de caballos a sus establos. Y no es porque la situación sea mejor que en Andalucía; es porque, al menos, en los mataderos catalanes por ahora no hay tanto colapso ni listas de espera para matar a los animales. En el CYD Santamaría, el número de caballos rescatados en 2012 y lo que llevamos de 2013 llega a los 300, según cálculos de su fundadora, Concordia Márquez. Y podrían haber sido muchos más, si pudieran disponer de más recursos.
Márquez hace un llamamiento general en busca de ayuda y colaboración: en el CYD no se dan abasto. Y son muchos los caballos en España que quedan por salvar.
Autora: Lydia Aranda Barandiain
Editora: Claudia Herrera Pahl