La liga y el Mundial
13 de enero de 2012A Renato Soares de Oliveira Augusto ya se le comparaba en Brasil con Kaká cuando el Bayer Leverkusen lo fichó en 2008. El alemán era el segundo equipo de su carrera. La fase de adaptación al juego germano le llevó algún tiempo, pero Renato Augusto se sintió enseguida “como en casa”, cuenta, “porque desde que tenía 13 años he vestido camisetas roji-negras”.
El rojo y el negro son los colores de su club de origen, el Flamengo de Río de Janeiro, la ciudad en la que nació. Hijo único en una familia de clase media, Renato Augusto contradice la imagen del clásico futbolista surgido de las favelas. Él terminó la escuela, también el segundo grado. Y al mismo tiempo se dedicó a fascinar a miles de hinchas en la cancha de Maracaná.
La familia y los amigos
Renato Augusto pasó por el “peor mes” de su vida –así lo recuerda- cuando tenía 19 años. Tras chocar con otro jugador se fracturó el pómulo y el golpe podría haberle dejado ciego. “Después de la operación estuve 10 días con los ojos vendados, sin saber si volvería a ver alguna vez. Mi madre también sufrió mucho”, dice.
La estrecha relación que el brasileño mantiene con sus amigos y familiares no ha pasado desapercibida en el Leverkusen. Tras ser intervenido en una pierna, el club le dio permiso para volar a casa. “En ese momento era muy importante para mí estar con mi gente y agradezco profundamente a los responsables del Leverkusen que entendieran mi situación”.
Algo que demostrar
Las lesiones han sido un escollo constante en la vida profesional de Renato Augusto. Actualmente se recupera de una operación de rodilla y espera poder volver pronto a los terrenos de juego. La segunda vuelta de las competiciones europeas enfrenta al Leverkusen nada más y nada menos que con el FC Barcelona. El brasileño quiere estar, y tiene además algo que demostrarle al directivo del Leverkusen Wolfgang Holzhäuser.
“Renato Augusto es uno de esos jugadores que marcan la diferencia y de futbolistas así espero que pongan al servicio del equipo todo su potencial. Eso es algo que Renato Augusto no hace últimamente”, declaró Holzhäuser tras un partido de la Champions Leage, y al brasileño las palabras le calaron hondo. “A nadie le gusta oír algo así. Y en general, las críticas deberían hacerse en privado”, acudió en apoyo de Renato Augusto su compañero de filas Gonzalo Castro.
Primero la Bundesliga, luego el Mundial
Para recuperar su puesto en el Leverkusen Renato Augusto va a tener que pelear duro: en su ausencia, el vacío en el medio campo lo ha venido llenar Michael Ballack. Sin embargo, motivación le sobra al brasileño. No sólo por la competencia y las críticas, sino también por esa otra opción que resplandece en el futuro: la de vestir la camiseta carioca en el Mundial de Fútbol 2014. “Como todos los brasileños, también yo quiero jugar en la seleção”, reconoce. Especialmente esta vez que el torneo se celebra en casa.
Renato Augusto debutó con la selección nacional brasileña en 2010, entre otros contra Alemania. Para la Copa América no estuvo convocado, lo que no quita que el técnico del combinado sudamericano, Mano Menezes, lo considere “un gran talento” y “un candidato para la renovación” del equipo.
Pero hasta Brasil 2014 el camino es largo. Y antes el futbolista se ha propuesto ponerle fin a una maldición: la que condena al Leverkusen a eterno segundo. Los de la aspirina nunca han ganado la Bundesliga, y Renato Augusto sabe que “lo que pasa a la historia, lo que prevalece en la memoria de un jugador y de sus clubes, son los títulos”. Por eso, añade: “espero poder conseguir ese título para el Leverkusen, y que mi nombre prevalezca en la historia del club”.
Autor: Olivia Fritz/ Luna Bolívar
Editor: Enrique López Magallón