Rodríguez Maradiaga: el terrorismo responde a una gran injusticia social
17 de agosto de 2005Estos días ríos de jóvenes deambulan por la alegre Renania. Los habitantes de Bonn, Colonia y Düsseldorf, ciudades a orillas del Rin donde se lleva a cabo la Jornada Mundial de la Juventud, no pueden escaparse al contagio. No hay lugar adonde no lleguen los jóvenes caminantes con sus ondeantes banderas. En un gimnasio en las afueras de Bonn, el popular cardenal hondureño Oscar Rodríguez Maradiaga, es recibido como un ídolo por miles de jóvenes peregrinos que han llegado para escuchar su catéquesis dirigida en castellano. Jóvenes españoles y latinoamericanos se inclinan para saludarlo y besarle la mano.
Rodríguez Maradiaga era uno de los cardenales latinoamericanos que más sonaba como posible sucesor de Juan Pablo II. En conversación con DW-WORLD, Rodríguez Maradiaga señala que en un momento en que Europa pierde fieles, en América Latina aumentan. "Cada año yo confirmo más de 10.000 jóvenes. Estos jóvenes, todos, ya están comprometidos, no son chicos que no saben dónde van", señala. Sin embargo el cardenal de Tegucigalpa reconoce que el desafío son las misiones. "Yo creo que el futuro depende, y eso vale para mi país, del corazón misionero que sepamos infundirle a la juventud. Porque creo que ése es el gran déficit que tienen nuestros países de América Latina, que no somos suficientemente misioneros todavía", afirma.
La pobreza y la Iglesia
Rodríguez Maradiaga ha sido uno de las figuras más activas en la lucha por la condonación de la deuda de naciones pobres y en desarrollo. También es un anti-globalista crítico que condena las políticas neo-liberales y su efecto despojante de derechos sociales entre los más pobres. "Ha sido una lucha titánica, yo he recibido a veces críticas muy duras pero no me interesa porque estamos siendo la voz de los que no tienen voz. Ahora ciertamente el alivio de la pobreza es tan sólo una etapa porque lo que se necesita es desarrollo con justicia en nuestros países", afirma. El cardenal se lamenta de que su país se haya convertido en un país de emigrantes.
"Es triste que Honduras lo que está exportando ahora en este momento no es ninguno de los productos de la tierra, son personas, o sea, lo único que estamos exportando son inmigrantes ilegales", subraya. El cardenal señala que son los pobres quienes sostienen la precaria economía con las remesas que envían a sus familiares.
Teología de la Liberación
"Por eso la lucha contra la corrupción es otra de las banderas que nosotros llevamos adelante. Todo esto eran las causas de la Teología de la Liberación que no se han perdido, sino seguimos con ellas", afirma.
¿Perdonará Benedicto XVI a Leonardo Boff, uno de los precursores de la Teología de la Liberación? "Eso no sé porque no puedo entrar en su corazón, yo espero que sí porque él es abierto para todos", dice. "Nosotros vivimos la teología de la liberación, seguimos en ese trabajo pastoral, lo que perdió vigencia fue una corriente de la teología, que utilizaba el análisis marxista como método de análisis de la realidad. Todo lo demás continúa", asegura.
Papel de la Iglesia y el terrorismo
A la pregunta de si hay algo que pueda hacer la Iglesia católica ante el problema del terrorismo islámico, Rodríguez Maradiaga responde que el terrorismo responde a una gran injusticia social. "La respuesta es justicia internacional, o sea, debemos ser muy conscientes de que hay una injusticia muy grande en el Medio Oriente. Tiene que buscarse una solución que no sea la muerte, la represión y la destrucción de auténticos pueblos", advierte.
Las mujeres y el sacerdocio
En Europa hay muchas voces que aclaman la necesidad de profundas reformas al interior de la Iglesia católica, entre ellas, que se dé mayor cabida a las mujeres en la jerarquía eclesiástica, que se les permita ejercer el sacerdocio. El cardenal responde que no hay duda alguna en la capacidad de las mujeres. "Es el Concilio Vaticano II el que nos habla del sacerdocio no como un privilegio ni como un honor. Sino hay un sacerdocio común de los fieles que lo tienen todos los bautizados y un sacerdocio ministerial que por ahora está reservado a los varones siguiendo la tradición de la iglesia desde sus orígenes" Según el religioso, el hombre y la mujer tienen la misión de consagrar todas las realidades terrenas y el presbítero que es un pequeño grupo, que consagra el pan y el vino.