¿Ruge el tigre de papel?
18 de diciembre de 2003Los sindicatos alemanes se encuentran en una posición nada envidiable. Mientras su tradicional aliado político, la Socialdemocracia, pacta con la oposición conservadora para impulsar un programa de reformas que conlleva severas restricciones en el campo social, la propia fuerza de las organizaciones laborales flaquea, ante el creciente desempleo y la sangría de afiliados.
Carencia de alternativas
¿Quién le tiene miedo a los sindicatos hoy en día? El gobierno socialdemócrata-verde, a todas luces no. Si bien buena parte de su electorado proviene de las filas sindicales, lo cierto es que tampoco para los defensores de los trabajadores hay muchas alternativas. Desde ya, los gobernantes de Berlín no desperdician oportunidad alguna para recordarles que si la Unión Cristiano-Demócrata estuviera en el poder, la tijera de los recortes sería mucho más afilada y sus embates tanto más dolorosos.
La población, en general, parece haberse resignado a la evidencia de que las reformas resultan imprescindibles para sacar a flote la economía alemana. En consecuencia, la resistencia se dificulta. Ello no significa, sin embargo, que los sindicatos guarden silencio frente a las decisiones gubernamentales que afectan a su clientela. De hecho, tienen motivos suficientes para objetar algunos de los puntos acordados en la comisión mediadora entre gobierno y oposición. Sobre todo porque se mezclaron allí los asuntos relativos al adelanto de la reforma tributaria con otros tocantes al mercado laboral.
¿Sueldo mínimo en Alemania?
Especial rechazo provoca en el ámbito sindical el hecho de que se facilite la posibilidad de despido en las empresas pequeñas y de que se establezca que las personas por largo tiempo desempleadas deben aceptar trabajos aunque sea con un sueldo un 30% inferior al nivel acordado en las negociaciones colectivas. Según el jefe de la Confederación alemana de Sindicatos (DGB), Michael Sommer, con ello aumenta el peligro de empujar los sueldos hacia abajo. Lo mismo opina Frank Bsirske, líder del sindicato de servicios Verdi, quien indicó que esto presionará el nivel de sueldos enormemente.
El tema ha hecho surgir ya debates acerca del establecimiento de un sueldo mínimo en Alemania, idea controvertida incluso dentro de los sindicatos. Sea como fuere, parecen quedar definitivamente atrás los tiempos en que un desocupado podía darse el lujo de rechazar una oferta de empleo, si no estaba a la altura de sus conocimientos o su anterior rango de ingresos. Evidentemente, las repercusiones pueden ser serias, pero está por verse si los sindicatos logran movilizar a su gente para oponer resistencia y deparar al gobierno el "invierno caliente" con el que amenazó Bsirske. De momento no parecen más que rugidos de un tigre de papel.