Rusia da un salto a Europa
27 de junio de 2003El presidente ruso, Vladimir Putin, fue recibido en la capital británica como a un Zar. El mandatario ruso, de 51 años, quien fuera oficial de los servicios secretos rusos antes de ser presidente, fue recibido con la pompa y el brillo que otorga la corona británica a las visitas de más alto nivel. Mientras la reina Isabel II, elogiaba a su huésped con cálidas palabras de amistad, Putin y Blair, se esforzaban intensamente por superar las fuertes diferencias en torno a la guerra de Irak.
Blair fue criticado en Londres por haber dedicado sólo 30 minutos a un encuentro con Putin durante su visita oficial de cuatro días. Al parecer, Blair le hizo pagar una cuenta de abril. Fue la última vez que ambos se vieron en Moscú, cuando Putin se mofó de Blair públicamente por el fracaso en haber encontrado armas de destrucción masiva en Irak. La razón esgrimida por Washington y Londres para ir a la guerra.
Relaciones congeladas
Durante el primer encuentro entre ambos, antes de las elecciones rusas en marzo del 2000, Blair elogió el fuerte liderazgo del político ruso. Putin se encontraba de visita en Londres un mes antes de convertirse en presidente de Rusia. Blair se impuso, incluso contra la voluntad de la Reina, en invitar a Putin a tomar té en el castillo de Windsor.
Para la monarquía británica, la visita oficial del presidente ruso, pone fin a una larga era de hielo. El Zar Nicolás II, quien fue asesinado por los bolcheviques en 1918, era primo del rey Jorge V, abuelo de la actual reina. Desde entonces todo contacto entre la monarquía y los líderes del Estado soviético era tabú. Pese a que la reina visitó Moscú en 1994 por invitación del presidente ruso, Boris Yelsin, en Londres no fue recibido ningún predecesor de Putin.
Este honor fue concedido por última vez al Zar Alejandro II, quien fue recibido por la reina Victoria en 1874. El Zar arribó en barco a la boda de su hija, la gran duqesa María Alejandra.
Socio estratégico
La histórica visita del presidente ruso al Reino Unido, dió paso a la reconciliación política y a una nueva era en la cooperación entre Rusia y la Unión Europea. Calificando las diferencias sobre la guerra en Irak como historia, el Primer Ministro británico, Tony Blair, dijo que las relaciones entre Moscú y Londres son mas fuertes que nunca. "Rusia, como potencia en el mundo del siglo XXI, es para Gran Bretaña un socio de significado estratégico".
Del dicho al hecho. En la llamada cumbre de la energía, Blair y Putin firmaron dos grandes contratos acordados por las petroleras británicas British Petroleum y Shell con productores rusos de crudo. Un acto que simbolizó la renovación de las relaciones económicas y comerciales.
Ambos países firmaron un memorándum de cooperación para la construcción de un gigantesco gasoducto que correrá desde el Báltico hasta Gran Bretaña, lo que da el espaldarazo de integración rusa en Europa. El gasoducto costará 5.700 millones de dólares y permitirá a Rusia convertirse en uno de los principales proveedores de gas en Europa Occidental. Las reservas rusas de gas de sus yacimientos árticos y siberianos, representan un 30% de las reservas mundiales.
El gasoducto, que plasmaría también la llamada dimensión norte de la política energética de la Unión Europea, podrá transportar hasta 30.000 millones de metros cúbicos de gas.