Rusia: el “efecto-Crimea” se ha desvanecido
14 de marzo de 2019Cuando en círculos de expertos rusos se habla del "efecto-Crimea” o el "bono de Crimea”, se utiliza el pretérito. La popularidad del presidente Vladimir Putin ha vuelto a los niveles que tenía antes de la anexión de la península ucraniana. Por estos días se cumplen cinco años de dicha anexión, que en Kiev es calificada de "ocupación” y en Moscú de "reunificación”.
El hecho desencadenó una inusual ola de euforia en Rusia. La popularidad de Putin superó el 80 por ciento. Previamente, iba a la baja en las encuestas, y llegaba a cerca de un 60 por ciento. "Puedo compararlo con una embriaguez”, comenta Nikolai Petrov, de la Escuela Superior de Economía de Moscú. "En 2014, la gente tenía la sensación de que todo era posible, de que todo estaba permitido. Se embriagaba con la propia grandeza reencontrada”, apunta.
Konstantin Gaase, del Centro Carnegie de Moscú, está convencido de que el "efecto-Crimea” fue algo único y no tiene parangón en la historia rusa. A su juicio, cualquier intento de reeditarlo fracasaría.
Desencanto en Rusia
Alexei Titkov, de la ONG "Comité de Iniciativas de la Sociedad Civil”, distingue dos grupos que respaldaron el proceder de Putin, y que conforman en conjunto cerca de dos tercios de la población. "Los primeros están muy involucrados en el tema bélico y tienden a tener puntos de vista radicales sobre la intervención militar o una ruptura total con Occidente”, señala Titkov. Los otros son más cautelosos y pragmáticos. En este segundo grupo se han operado los mayores cambios en los últimos años.
A más tardar en 2018 quedó en evidencia que el "bono de Crimea” ya no surte efecto. Tras el anuncio de una reforma de las pensiones y el aumento de la edad de jubilación, los niveles de aprobación de Putin se desplomaron y oscilan en la actualidad en torno a un 64 por ciento.
Pero la desilusión comenzó antes, según los expertos. "El número de personas que piensa que las sanciones solo causan perjuicio, empezó a subir ya en 2014. Cuando los funcionarios rusos destruyeron públicamente alimentos importados ilegalmente en 2015, muchos rusos se sintieron negativamente sorprendidos. Si bien siguieron respaldando la política exterior del Kremlin, percibían que la situación empeoraba continuamente.
Crimea ya no es tema
El Kremlin no ha encontrado nada que pudiera reemplazar al "efecto-Crimea”. Según los expertos, una opción sería lanzar una dura batalla contra la corrupción. Se habla de escenarios como los de Singapur o China. "Pero los actuales gobernantes no pueden poner eso en práctica por diversas razones, y se limitan a casos particulares y a figuras más bien inocuas, como gobernadores o alcaldes”, dice Alexei Titkov.
Junto con el "bono de Crimea” también declinó el debate sobre la península y su pertenencia. La mayoría de los rusos han aceptado la anexión como un hecho. "Hasta la oposición ha dejado de hablar de eso”, dice Konstantin Gaase. "Pero ese asunto sigue siendo actual dolorosa para el sistema del derecho internacional”, apunta.
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(er/el)