"Salut" en vez de "Hola", "Cremant" en lugar de "champán"
16 de junio de 2009"A nosotros, los habitantes del Sarre, nos gusta comer bien", confirma Sabine Yöndel mientras trincha una dorada de forma bastante profesional. En ningún otro estado federado la comida es tan celebrada como en el Sarre. La densidad de restaurantes franceses es impresionante. Mejillones -"moules"-, camarones -"crevetten"-, "Rouille", una crema aromática para marisco, el "Crémant d'Alsace", un delicioso vino espumoso parecido al champán procedente de Alsacia,… todo ello es aquí uso común.
El bilingüismo no se da por supuesto
También resulta normal que la hija de Sabine, Frieda, después de la guardería franco-alemana, la "École maternelle", asista a la escuela primaria franco-alemana en Saarbrücken, la "École primaire". La niña, de nueve años, pesca un par de "carottes" –zanahorias- de su comida y da las gracias, por supuesto, con un "Merci, maman" –"gracias, mamá"-. "En absoluto se da esto aquí en el Sarre por descontado", dice Sabine Yöndel. "Siempre envidié a mi mejor amiga, que fue al instituto franco-alemán en Saarbrücken. Hablaba francés tan fluido que podía conversar siempre con los guapos chicos franceses durante nuestras vacaciones en el Atlántico. Y ya entonces me prometí: tus hijos crecerán bilingües". Frieda sonríe y dice: "Pero ahora tú también sabes un poco".
Las ideas preconcebidas se confirman de buen grado en el Sarre
Claro que los habitantes del Sarre coquetean a gusto con ello y también Sabine Yöndel encuentra "dappich", o sea estúpido, que en los medios de comunicación los ciudadanos del Sarre sean representados con boinas francesas, una barra de pan bajo un brazo, la botella de vino tinto bajo el otro y siempre diciendo "Salut" en vez de "Hallo". "Eso, evidentemente, es una tontería", ríe mientras corta zanahorias y patatas –o "Grummbeer", como se dice en el Sarre- para la cazuela. Pero ese vínculo y esa cercanía a Francia son para ella extremadamente importantes.
Orgullosos de la historia franco-alemana
Sabine Yöndel celebra de buen grado la francofilia. Está orgullosa de que "la France" forme parte de su vida cotidiana. Porque esa intensiva mezcla cultural y lingüística en el Sarre y en la región fronteriza francesa de la Lorena es única en Alemania. Después de la Segunda Guerra Mundial, el Sarre fue un protectorado francés hasta 1949. Después, región autónoma, con un equipo nacional de fútbol propio y también un equipo olímpico propio. Fue en 1957 cuando el Sarre se incorporó a la República Federal de Alemania (RFA) para convertirse en el décimo estado federado.
Croissant y bol de café con leche
"Y por eso", sospecha Sabine Yöndel, "muchos habitantes del Sarre todavía no se sienten realmente alemanes, franceses por supuesto tampoco, sino algo intermedio. Sencillamente, del Sarre". A la mayoría de habitantes de la región les resulta difícil emigrar y dejar atrás su estilo de vida. Y la mayoría de los que deben irse lejos por el trabajo vuelven tarde o temprano. "Eso es así", dice Sabine Yöndel mientras bebe su "Café au lait" –café con leche- de un bol. Es algo típico francés, el "cuenco de café" –estupendamente adecuado para remojar el croissant-. "También es un estilo de vida del Sarre, 'savoir vivre'" -"saber vivir"-, sentencia escuetamente la educadora de 41 años. Algo a lo que no quiere renunciar jamás. Sabine Yöndel sabe con certeza que tampoco ella abandonará nunca el Sarre.
Autor: Judith Hartl (EV)
Editor: Claudia Herrera Pahl