Schröder, en busca del oro del desierto
27 de febrero de 2005El maratónico viaje del jefe de gobierno alemán por la península arábiga despierta grandes ambiciones en la industria alemana. Tanto que se dice que varios ejecutivos de altísimo nivel no encontraron cupo para acompañarlo: las plazas disponibles estaban copadas. Y es comprensible. Al fin y al cabo, la delegación recorrerá una zona más boyante que nunca, debido al aumento del precio del petróleo. Los problemas políticos no son poca cosa, pero no opacan el brillo del oro negro.
Grandes expectativas
La gira se inició en Arabia Saudita, el país más grande de la región y, a la vez, el que posee las mayores reservas petroleras del mundo. El petróleo deparó a las arcas sauditas 106 mil millones de dólares el año pasado. "El país nada en dinero", escribió el embajador alemán en Riad, en un estilo inusualmente directo para un diplomático. Dentro de los próximos años Arabia Saudita piensa invertir cifras millonarias en nuevas industrias infraestructura. Y esto podría ofrecer una gran oportunidad a empresas extranjeras, que esperan obtener suculentos contratos. Los alemanes, desde luego, no quieren quedarse al margen del lucrativo negocio y Schröder lleva, por lo tanto, grandes proyectos en su equipaje.
Los ministros de Transporte del Consejo de Cooperación del Golfo causaron revuelo con un plan de unir a los emiratos de la zona, desde Kuwit hasta Omán. La tecnología alemana del Transrapid, el tren de levitación magnética, podría aplicarse para unir ese tramo de unos 2000 kilómetros de largo. El citado tren de alta velocidad no ha llegado a hacerse realidad en Alemania y de momento sólo cubre una distancia relativamente corta en Shanghai. Si la delegación alemana lograra firmar una declaración de intenciones sobre la construcción del Transrapid, este podría ser el éxito tan largamente esperado para el proyecto.
Negocios ante todo
En Kuwait, el canciller Schröder y el director general de Deutsche Welle, Erik Bettermann, darán la partida a la ampliación de las transmisiones de DW-TV en árabe, con una programación de tres horas diarias. Al margen de lo anterior, también allí los empresarios alemanes esperan poder concretar buenos negocios. La industria germana, desde ya, goza de buena fama en la región. En ello influyó positivamente la actitud de la población y las autoridades, contraria a la guerra contra Irak.
Capitalizar esa popularidad es lo que se proponen el canciller y su comitiva. Aún no está claro hasta qué punto se abordará también el tema de los derechos humanos, como lo demandan diversas organizaciones germanas. Sucede, en este caso, lo de siempre: los gobiernos suelen ser quisquillosos ante lo que califican de "intromisión en sus asuntos internos". Y nadie quiere echar a perder los ánimos en este viaje, que podría resultar muy lucrativo.