Se agota la paciencia con Grecia
20 de marzo de 2015Si Grecia no recibe nuevos créditos en breve, caerá en la insolvencia en cuestión de semanas. Su primer ministro, Alexis Tsipras, se ha esmerado en persuadir a los acreedores internacionales de que le suministren más dinero, pero, de ser posible, sin condición previa alguna. El líder de la alianza izquierdista Syriza lo intenta una y otra vez, pero cada vez con menos probabilidades de éxito. En Bruselas, presionado por la necesidad, Tsipras convenció al presidente del Consejo Europeo, el polaco Donald Tusk, de organizar una “mini-cumbre” al margen de la Cumbre Europea donde se analizaban las posibles soluciones para la crisis helena.
El mandatario griego invitó a la canciller alemana, Angela Merkel; al presidente de Francia, François Hollande; y a otras figuras de alto rango de la Unión Europea (UE) a encontrar una “salida política” a la dramática situación de Atenas. Hallar una “salida política” significa para Tsipras pasar por encima de lo acordado previamente; unos acuerdos muy claros y que no están vigentes desde ayer: Grecia recibirá apoyo, pero deberá ahorrar y reformar para que el país pueda levantarse de nuevo algún día. Esos requisitos fueron establecidos en 2010, cuando se aprobó el primer paquete de ayuda económica para el Estado heleno.
¿Dónde están las propuestas de reforma?
El Eurogrupo se mostró condescendiente el pasado 20 de febrero y decidió extender durante cuatro meses más el segundo rescate europeo, que estaba por vencerse. Pero, hasta ahora, los ministros de finanzas de la zona euro no han recibido información detallada sobre cómo el Gobierno de Atenas planea mejorar su situación financiera. Al contrario, sin consultar a sus acreedores, el nuevo establishment, liderado por Tsipras, restableció prestaciones sociales que asfixian al presupuesto nacional. Paralelamente, su ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis, prácticamente ha desdeñado a todos aquellos que Grecia necesita como aliados, sobre todo al BCE.
Varoufakis se sobreestima; eso es evidente. Y la “mini-cumbre” de Tsipras fracasó; eso era previsible. El joven mandatario puso a prueba la paciencia de Bruselas y de sus homólogos más influyentes, no solamente porque se presentó ante ellos con las manos vacías, sino por fraguar ese encuentro de pequeña escala con miras a eludir los compromisos ya adquiridos y saltarse las reglas del proceso. Estados comunitarios como Bélgica y los Países Bajos tomaron como una afrenta el hecho de no haber sido invitados a formar parte del selecto grupo; y es que, pese a ser más pequeños que Alemania y Francia, el rescate europeo no sería posible sin ellos.
Nueva fidelidad a los principios
De cara a la población helena, el Gobierno griego ha tendido a presentar la “lucha” contra las políticas de austeridad como si fuera un forcejeo con Alemania y con nadie más. Eso nunca fue así. A Finlandia, a Austria y a otros Estados comunitarios también se les está agotando la paciencia con Atenas. Lo que el encuentro al margen de la Cumbre Europea demostró es cuán aislada está Grecia. Tsipras y su entorno llegaron más bien al punto de estimular una nueva fidelidad a los principios entre los países de la eurozona. España, Francia e Italia habían intentado unirse contra una política de austeridad percibida como unilateral; pero, ahora, ninguno de sus Gobiernos defiende a Tsipras.
Estos países del sur de Europa presionan más bien para que los compromisos se honren. Aunque el aislamiento de Atenas no es algo que deba celebrarse en sí mismo, cabe esperar que Tsipras haya entendido finalmente que no conseguirá nada con las tácticas implementadas hasta ahora. A Grecia sólo le queda un par de días para presentar una lista con propuestas de reforma. Si Tsipras vuelve a presentarse con las manos vacías, ya no habrá cómo ayudar a Grecia.