¿Se frena la locomotora alemana?
8 de septiembre de 2011La economía griega va de mal en peor y el propio Gobierno admite que no alcanzará las metas de reducción del déficit fiscal a cuyo cumplimiento se supeditó la entrega del próximo tramo de ayuda financiera; Italia no logra recuperar la confianza de los analistas, que continúan fijándose más en su abultada deuda pública que en sus programas de ahorro; España sigue sin poder ahuyentar del todo el escepticismo, por mucho que José Luis Rodríguez Zapatero repita que su país no tendrá necesidad de recurrir a la ayuda de sus socios europeos.
En este sombrío panorama europeo, el único país que parecía librarse de la negativa tendencia general ahora ve surgir nubarrones en el horizonte económico. Los inquietantes pronósticos provienen nada menos que de la Organización de Cooperación Económica y Desarrollo (OCDE), según cuyas previsiones la economía alemana corre peligro de sufrir incluso una contracción del 0,3 en el último trimestre del año con respecto al trimestre anterior.
“Temores infundados”
Son malas noticias para el gobierno de Angela Merkel, quien en la víspera había alabado los positivos indicadores económicos de Alemania, asegurando que no se vislumbran síntomas de recesión. Ahora fue su ministro de Economía, el liberal Philipp Rössler, quien salió al paso de los malos augurios, asegurando ante el Bundestag que “el miedo a una recesión es completamente improcedente”. En Berlín se sigue contando con un crecimiento del 2,6% para el año en curso.
¿Cuán fundadas son realmente las previsiones de la OCDE? La misma organización ha dicho que sus cálculos tienen un considerable margen de error. Pero sus análisis no son los únicos que rezuman cierto pesimismo. También el Banco Central Europeo (BCE) ha pintado un panorama poco alentador. Su presidente, Jean-Claude Trichet, manifestó la expectativa de un crecimiento moderado para la eurozona, “acompañado empero de una gran inestabilidad y crecientes riesgos de tendencia a la baja”.
Repercusiones europeas
Estos riesgos también amenazan a la economía de Alemania, fundamentalmente orientada a la exportación. De partida, los programas de ahorro en diversos países de la eurozona repercuten en los pedidos que reciben los exportadores germanos, que ya están sintiendo el impacto de la crisis, aunque aún no tengan muchos motivos de queja. De acuerdo con las cifras entregadas este jueves por el Instituto Federal de Estadísticas, las exportaciones alemanas aumentaron en julio en un 4,4% con respecto a igual mes del año anterior, pero bajaron un 1,8% si se toma como referencia el mes precedente.
Obviamente, Alemania no puede permanecer inmune a los sobresaltos financieros de su vecindario, por muy lucido que haya sido su rendimiento económico del último tiempo. Y si éste comienza a flaquear, como prevé ahora la OCDE, se oscurecerá aún más el panorama en la eurozona. Un frenazo de la economía que actúa como locomotora de la región supondría un golpe adicional a los países de por sí agobiados por las deudas y los consiguientes programas de ahorro. Y, además, avivaría la resistencia interna contra los paquetes de rescate del euro, poniendo una vez más a prueba al Gobierno de Angela Merkel.
Autora: Emilia Rojas Sasse
Editor: Pablo Kummetz