¿Será el derrocamiento de Mursi positivo para Egipto?
4 de julio de 2013De Egipto llegan imágenes de gente que se abraza, que se arrodilla en señal de agradecimiento a Dios, de banderas ondeando y de un sentimiento de hermandad con los soldados. Celebran lo que consideran un triunfo: el presidente Mursi ha sido derrocado. El periódico “Al Youm al Sabi” dice que Mursi no supo comprender las señales de alerta de las últimas semanas, debidas a la creciente toma de conciencia de los jóvenes y de la población en general.
Un presidente electo democráticamente
A todo esto, Mursi era el primer presidente elegido democráticamente en Egipto. Históricamente, Mursi personifica el éxito de la revolución que comenzó en enero de 2011, y que derrocó a Hosni Mubarak. Durante la segunda vuelta electoral de junio de 2012, Mursi salió ganador con una clara ventaja, es decir, con un 51 por ciento de los votos.
Como presidente electo de manera democrática, Mohamed Mursi tomó al principio de su período en el cargo decisiones para las cuales contaba con la aprobación de muchos egipcios, y, de ninguna manera solo sus seguidores. En julio de 2012, el expresidente egipcio exigió a través de un decreto del Tribunal Constitucional que el Parlamento, que había sido disuelto, retomara sus tareas. Poco después, liberó a cerca de 600 presos políticos condenados durante la era de Mubarak. En agosto de 2012 recortó, por medio de un decreto presidencial, el poder del Ejército. También ese fue un hecho que gozó de aprobación, incluso entre los opositores a Mursi. Asimismo, el expresidentes criticó el régimen de Bashar Al Assad en Siria.
Errores y un dudoso concepto de democracia
Sin embargo, Mursi cometió una serie de errores. Por ejemplo, considerar en noviembre de 2012 que sus decretos eran inapelables por la Justicia. Con eso, anuló en gran parte la división de poderes, un paso que también fue criticado a nivel internacional. En general, explica el politólogo Christian Achrainer, de la Sociedad Alemana de Política Exterior, la política de Mursi tomó poca consideración de los intereses de sus opositores. “Si bien Mursi y los Hermanos Musulmanes siempre hicieron ofertas a la oposición, y hablaron de diálogo y cooperación, sus ofertas fueron muy poco sinceras”. Según dijo el experto a Deutsche Welle, Mursi interpretó los principios democráticos de un modo muy arbitrario: “La democracia es más que celebrar elecciones. En lugar de pensar así, lo que se debe hacer es tratar de ganar los votos tomando en cuenta la voluntad de los ciudadanos, y eso es lo que no hizo Mursi”.
Peligro de radicalización islamista
Es por eso que el Ejército reaccionó al descontento popular derrocando a Mursi. Pero esa es una decisión cuyas consecuencias a futuro nadie puede aún prever. La politóloga Maha Azzam, del Centro de Investigación Chatham House, teme, sobre todo, las consecuencias negativas del golpe de Estado. A través de él, los islamistas recibieron el mensaje de que, a pesar de que se atuvieron a las reglas democráticas, los militares no les permitirían continuar en el poder. Azzam pone como ejemplo de un peligro posible a Argelia, donde los islamistas, después de haber ganado las elecciones democráticamente en 1990, fueron depuestos. “Si los islamistas ven que sus rivales no les otorgan espacio político, y, al mismo tiempo, cuentan con el apoyo masivo de sus seguidores, es de temer que algunos de ellos se radicalicen y rechacen el proceso de democratización”, señala la politóloga.
No queda claro todavía cuál será el rol que asumirá el Ejército en las próximas semanas y en los próximos meses. ¿Administrará los intereses nacionales o los propios? El diario árabe “Al Hayat”, publicado en Londres, recuerda en su comentario de este jueves, 4 de julio, el rol político de los militares egipcios, que, según esa opinión, no siempre fue democrático. Por el contrario: el Ejército apoyó a los regímenes anteriores a recortar las libertades individuales y ayudó a llevar a opositores políticos a la cárcel. Por eso, “Al Hayat” hace un balance cauteloso del golpe contra Mursi: “Los costos de haber tenido que tolerar a Mursi durante tres años más pesan menos que el hecho de que ahora los militares vuelvan a jugar un papel político en Egipto.”
Autora: Kersten Knipp/ Cristina Papaleo
Editor: Enrique López