Soplan buenos vientos entre la UE y Chile
30 de abril de 2022Con un recorrido por el European Southern Observatory (ESO) en el Cerro Paranal y a la Central Solar de Cerro Dominador, concluye la visita a Chile de Josep Borrell, Alto Representante de la Política Exterior y de Seguridad de la Unión Europea. En sus encuentros con el presidente Gabriel Boric, con ministros, especialistas de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), catedráticos y estudiantes ha dejado clara la voluntad y el interés de la UE por profundizar las relaciones con el país austral. ¿Cómo? En primer lugar, acelerando la modernización del Acuerdo de Asociación, que existe entre la UE y Chile desde el 2002.
El momento es clave: Europa enfrenta los efectos de la guerra de Rusia contra Ucrania y sufre las consecuencias de su dependencia del gas ruso; por su parte, Chile apuesta por las energías renovables y dispone de los recursos naturales necesarios para las tecnologías verdes.
Momento clave
"Debemos aprovechar esta experiencia histórica para acelerar la transición energética”, afirmó Borrel subrayando que, como nunca antes, la geopolítica y la lucha contra el cambio climático se dan la mano. Y las empresas europeas se aprestan a aprovechar esas ventajas que ofrece el sol, los vientos y la gran plataforma marítima del país; unos siete mil millones de euros estarían ya listos para ser invertidos en renovables, como el hidrógeno verde. ¿Qué falta? Concluir la modernización de ese acuerdo.
"Yo siempre digo que se trata de un nuevo acuerdo, porque es muy ambicioso”, explica a DW Inmaculada Rodríguez-Piñero, presidenta de la Delegación para las relaciones con Chile. "Incluye un capítulo de energía, que es una clara apuesta conjunta por el desarrollo de las energías renovables y la tecnología del hidrógeno. En cuanto a la innovación y cooperación, está encaminado a la transición digital y verde, eso ayuda a estimular las inversiones. También incorpora un capítulo para pequeñas y medianas empresas, fundamental para facilitar la nuestra inversión en Chile”, añade subrayando que su protección también mejora con el texto nuevo.
El nuevo acuerdo con Chile se comenzó a negociar en 2017 y, básicamente, está hilvanado. No obstante, "los chilenos estaban a las puertas de elecciones cuando se concluyeron las negociaciones técnicas. Lo razonable era esperar que el pueblo chileno escogiera a sus nuevos representantes y cerrar el proceso con ellos”, agrega Rodríguez-Piñero, quien fue ponente de un informe del Parlamento Europeo para la modernización y ampliación del pilar comercial del Acuerdo de Asociación con Chile.
Como fuere, durante la visita de Josep Borrell quedó claro que en Santiago también existe la voluntad de firmar pronto ese acuerdo que facilitaría también la cooperación tecnológica. No obstante, primero quieren revisarlo pues el gobierno actual no participó en las negociaciones y necesita valorar si hay puntos a ampliar o aspectos nuevos a introducir. Para finales de mayo está prevista una visita de la comisión de Comercio Internacional del Parlamento Europeo; de ella se espera mayor claridad en cuanto a lo que faltaría por hacer.
En la zozobra, socios fiables
¿Se trata acaso de la propiedad de los recursos naturales a ser explotados? "En el acuerdo como está ahora no se entra tanto en el tema de la propiedad como en el acceso a ellos. Es importante que no haya discriminación entre inversores nacionales y extranjeros en el acceso a las minas”, explica Rodríguez-Piñero. "A diferencia de China, que compra las minas de litio, por ejemplo, nosotros no planteamos su venta, pero sí que haya apertura a las inversiones fundamentales para el desarrollo de las energías renovables y la digitalización, sujetos a las reglas del comercio internacional”, apunta.
Así las cosas, en Santiago se puso como horizonte que la firma fuera para cuando el acuerdo original cumpliera veinte años. Es decir, en 2022. ¿Por qué la prisa? "Le hemos visto las orejas al lobo, tenemos la guerra a las puertas de la UE”, explica Rodríguez-Piñero. "Los acuerdos son un instrumento fundamental en la política exterior para afianzar las relaciones económicas y comerciales. Y no sólo eso; en un momento de zozobra es importante la señal que transmitimos al mundo: necesitamos socios fiables. Y Chile, sin duda alguna, lo es”, concluye.
(jov)