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La vida en la guerrilla

Eva Usi4 de diciembre de 2013

Medardo Maturana, desmovilizado de la guerrilla de las FARC aseguró que el programa lanzado por el Gobierno colombiano, que ofrece garantías a los que desertan, se ha convertido en un problema para la guerrilla.

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Imagen: Luis Robayo/AFP/Getty Images

Al finalizar un periplo que los llevó a distintas capitales europeas, organizado por el Ministerio de Defensa de Colombia, dos desmovilizados hablaron en Berlín sobre sus razones para abandonar la lucha armada.

Medardo Maturana Lagarcha, conocido como “negro Tomás“ y Claudia Roa, alias “Briguitte“, contaron detalles sobre su vida dentro de las filas de la organización guerrillera y coincidieron en que, aunque no es fácil, porque los desertores se convierten en blanco de represalias, vale la pena recuperar la libertad e intentar comenzar una nueva vida en la sociedad civil.

Maturana Lagarcha ingresó a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, a los 30 años de edad, siendo dirigente estudiantil. Permaneció durante 23 años. “Desde que ingresé hasta que me retiré estuve en el Frente 18, mi responsabilidad era la organización política en el frente, la organización del campesinado, yo era responsable de educación y de propaganda, de donde salí en dos ocasiones, una para asistir a la Escuela Nacional de Cuadros en el Caguán y otra para estudiar periodismo“.Fue fundador de la emisora del bloque.

Maturana estuvo en la extinta República Democrática Alemana, RDA, durante un año en 1984, poco antes de ingresar a las filas de las FARC . En el Caguán Maturana conoció a los principales líderes de la organización, como el Mono Jojoy, Manuel Marulanda y Jesús Santrich, este último participa actualmente en las conversaciones de Paz en La Habana.

Medardo Maturana Lagarcha.
Medardo Maturana Lagarcha.Imagen: DW/Eva Usi

“Eran tiempos en los que había una gran efervescencia estudiantil, las FARC planteaban cambios enmarcados en la ideología comunista. Pero con el tiempo hubo una descomposición. No entré a las FARC para estar en diálogo con las BACRIM (bandas criminales, como se conoce a los grupos fundados por ex-paramilitares), para llegar a acuerdos para vender cocaína, no estoy de acuerdo con la siembra indiscriminada de minas, ni con la corrupción entre los encargados del dinero que se preocupan sólo de ver cómo se acomodan ellos. Tampoco estoy de acuerdo con el acoholismo, por todas estas razones me desmovilicé“, afirma Maturana Lagarcha, en conversación con DW.

Situación “terrible“ para las mujeres

“A mi me llevaron engañada. Me prometieron que me iban a dar estudio, que no me iba a hacer falta nada, pero la realidad era todo lo contrario a lo que me habían dicho. Nunca dicen la verdad sobre lo que es la vida de la guerrilla porque entonces nadie se iría con ellos. Es una situación muy terrible, sobre todo para las mujeres“, afirma por su parte Claudia Roa, reclutada a los 14 años, cuya permanencia se prolongó durante más de una década.

A la joven le practicaron dos abortos sin su consentimiento, el primero a los 15 años, el segundo el año pasado. En ambas ocasiones el bebé se encontraba en los últimos meses de gestación. “Quise mucho a un muchacho, fue el padre del niño que mataron el año pasado, eso fue lo que motivó mi desmovilización de las FARC. He tratado de no llorar, de no acordarme, tengo una vida por delante y trataré de superarlo“, dice la joven, actualmente de 25 años.

Roa cuenta que los comandantes siempre tratan de aprovecharse de las mujeres jóvenes, las presionan para que accedan a tener relaciones sexuales. “Yo prefería que me sancionaran pero jamás acostarme con alguien que no me gustara“.

Claudia Roa.
Claudia Roa.Imagen: DW/Eva Usi

Tanto Roa como Maturana se desmovilizaron en septiembre pasado después de una larga planeación. “No se puede salir uno de la noche a la mañana. Claro, siente uno miedo porque es un gran riesgo que lo maten a uno. Pero lo que más quería era recuperar mi libertad“, subraya la joven.

Política de Desarme, Desmovilización y Reintegración

Iveth Carmen Aristizábal, acompañó a los desmovilizados por el periplo europeo y explicó que la Política de Desarme, Desmovilización y Reintegración, está a cargo del Ministerio de Defensa y de Presidencia de Colombia.

"Desde el momento en que entregan sus armas el Estado colombiano los apoya y acompaña en toda su ruta“, dice. El programa iniciado en 2002 por el entonces presidente Álvaro Uribe, siendo el actual mandatario, Juan Manuel Santos, ministro de Defensa, otorga a los excombatientes alojamiento, alimentación, transporte, salud y un bono de ropa.

“Llegan corriendo de la selva, porque una vez que se desmovilizan la pena es la muerte. También hay un apoyo jurídico. Todos los delitos relacionados a su actividad como combatiente, como la portación de armas, el uso de prendas militares o de la fuerza pública son condonados“. Carmen Aristizábal, señala que la fase de reintegración es tan larga como sea necesario y todo ese tiempo reciben apoyo económico.

“Desde 2002 a la fecha la cifra de desmovilizados es de 26.000, con más de 1.200 desmovilizados este año“, subraya la funcionaria que destaca que para el Gobierno colombiano es más importante tener un desmovilizado que una baja en combate. Carmen Aristizábal reconoció la peligrosidad de grupos como las BACRIM y destacó que oficialmente ya no existe la figura de „paramilitares“. Tampoco existe un programa para que estos grupos entreguen sus armas.