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Steinmeier: un presidente contra la incertidumbre

14 de noviembre de 2016

Para Angela Merkel y los partidos conservadores CDU y CSU, la candidatura de Frank-Walter Steinmeier puede significar una pérdida de autoridad. Sin embargo, Steinmeier es el candidato correcto, opina Sabine Kinkartz.

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Joachim Gauck, el actual presidente alemán (izqda.) y Frank-Walter Steinmeier, candidato a presidente.
Joachim Gauck, el actual presidente alemán (izqda.) y Frank-Walter Steinmeier, candidato a presidente.Imagen: picture-alliance/dpa/B. Pedersen

¡Cuántas idas y vueltas en torno al cargo de la máxima autoridad en Alemania! Hace cinco meses que el actual presidente alemán, Joachim Gauck, dio a conocer que no se postularía por un segundo periodo, colocando a la canciller, Angela Merkel, en un gran dilema, ya que buscar candidatos no es precisamente su fuerte. Ya había errado con Horst Köhler y Christian Wulff, en 2004 y 2010 respectivamente. Y Joachim Gauck le fue impuesto en 2012 por el Partido Liberal Demócrata (FDP).

Ahora, la canciller se volvió a meter en el tema a regañadientes y pronto vio cómo sus peores miedos se hacían realidad. La Unión Demócrata Cristiana (CDU) y la Unión Social Cristiana (CSU) representan el mayor grupo en la Asamblea Federal, que elige al presidente. Es decir, que la CDU y la CSU hubiesen tenido buenas oportunidades de enviar al Palacio Bellevue, sede de la presidencia, a su propio candidato. Pero los conservadores no pudieron encontrar un candidato atractivo para el cargo. Pasaron semanas y meses en los que llovieron las negativas, y Angela Merkel se quedó con las manos vacías.

Ganó el Partido Socialdemócrata alemán

Sabine Kinkarzt, de DW.
Sabine Kinkarzt, de DW.

Para el jefe del Partido Socialdemócrata (SPD) y vicecanciller del Gobierno alemán, Sigmar Gabriel, ese era el momento justo para una movida exitosa. Sin advertencia previa, puso en juego a su colega de partido Fran-Walter Steinmeier. Una oportunidad única, un golpe que se hizo sentir. Si existiese una descripción del puesto para presidente de Alemania, Steinmeier, actual ministro de Relaciones Exteriores, tiene el perfil ideal: prudente, cosmopolita, diplomático, abierto a la gente. No es un orador nato y su retórica se limita, por lo general, a la vaguedad de la diplomacia. Pero el hecho de que, en agosto, llamara a Donald Trump "predicador del odio”, y que, luego de resultar este electo, se haya negado a felicitarlo, hace esperar una dureza creciente en su actitud ante el polémico nuevo presidente de EE: UU.

También Angela Merkel aprecia a Frank-Walter Steinmeier. Ambos son pragmáticos y muy similares, tanto en el aspecto humano como en su forma de pensar la política. Pero el dilema de Merkel es que Steinmeier pertenece al partido incorrecto. Con vistas a las próximas elecciones generales alemanas, en septiembre de 2017, la canciller no podía elegir a un candidato del SPD. Y se defendió con uñas y dientes hasta último momento contra que Steinmeier fuera en candidato consensuado de la gran coalición. Hasta coqueteó abiertamente con el presidente del Estado de Baden-Wurttemberg, Winfried Kretschmann, de Los Verdes.

Sensatez, ¿igual a pérdida de autoridad?

Pero la CSU no quería permitirlo. Antes que a Kretschmann, prefirió a Steinmeier. Su candidatura tiene algo a favor, y es que Steinmeier es admirado por los alemanes como pocos políticos lo son. Con la CSU en contra y entre la espada y la pared, Angela Merkel no tuvo más remedio que bajar las armas. Ahora lo llama "el candidato de la sensatez”, un lema que se puede interpretar de diversas maneras.

Esta decisión no solo es sensata para la jefa de la CDU, sino que, desde el punto de vista racional, es el único camino posible. Después de todo, lisa y llanamente, la canciller no encontró otro candidato. Para Merkel es una pérdida de autoridad. Para la CSU y la CDU es un certificado de pobreza. ¿Cómo puede ser que en sus filas no haya nadie adecuado para el cargo de presidente de Alemania que, además, esté dispuesto a asumirlo?

Contra la incertidumbre

Independientemente de eso, está bien que la gran coalición, que en los últimos meses dio la sensación de estar ante una posible división, haya demostrado unión en la recta final y desista de una votación reñida para determinar quién ocupará el cargo máximo del país. La sensatez parece vencer, a pesar de todo. En estos tiempos de incertidumbre política, es casi un alivio.

Seguramente, Fran-Walter Steinmeier desempeñará la presidencia como ningún otro y será un símbolo de estabilidad, continuidad y equilibrio: un presidente contra el caos y la incertidumbre, y contra la sensación del ocaso de Occidente. Sin embargo, eso tiene un lado amargo: Steinmeier ya no será ministro de Relaciones Exteriores. En ese cargo, sus habilidades diplomáticas se necesitan más que nunca. El vacío que dejará en el gabinete alemán la mudanza de Steinmeier al Palacio Bellevue debe llenarse rápidamente. Pero, por favor, con sensatez y discernimiento. Ya tuvimos bastante de juegos políticos de jardín de infantes.

Autora: Sabine Kinkartz (CP/ ERS)