Suecia: así los activistas impiden las deportaciones
27 de julio de 2018Por lo general, los activistas se organizan a través de Facebook, grupos o eventos. También la acción del pasado lunes 23 de julio había sido precedida por un evento con el título: "Detener deportación de Goteburgo a Afganistán". 79 personas dijeron estar "interesadas", 13 personas confirmaron su "participación" en redes. Entre ellas, Elin Ersson.
El lunes, la estudiante y activista de 21 años impidió la presunta deportación de un afgano. El video, en el que documenta cómo impidió que un avión de Turkish Airlines con destino a Estambul despegara, se volvió viral a nivel mundial. También Deutsche Welle publicó fragmentos del video, y alcanzó más de diez millones de vistas en dos días. Aquello que documenta Ersson se basa en sus propias declaraciones, no hay otros informes de testigos. Tampoco la aerolínea quiso hacer declaraciones al respecto a DW.
Elin Ersson pertenece a una red de activistas de la que forman parte pequeñas y grandes organizaciones de Suecia y del resto de Europa, como por ejemplo "Ciudadanos Europeos contra las Deportaciones a Afganistán" (ECADA). No existe una federación u organización oficial que los represente. A veces, los activistas se organizan en grupos de Facebook como "Don't send Afghans back – a platform for positive action" (No expulsen a afganos – una plataforma para acciones positivas). A veces, amigos y conocidos se unen para una acción concreta. Pero todos tienen algo en común: protestan contra las deportaciones de solicitantes de asilo de países europeos a Afganistán. El año pasado, Suecia deportó a 415 personas a ese país.
El video de Ersson, en el que la joven se niega a sentarse, pese a la presión de los demás pasajeros, y logra impedir la deportación de un afgano se hizo viral.
No es la primera deportación que fracasa
Tan solo una semana antes, el 17 de julio, también Eva Märta Granqvist abordó en Copenhague un avión que debía transportar a un solicitante de asilo de regreso a Afganistán. El joven de 19 años estaba sentado en el fondo de la nave, acompañado de personal de seguridad. "Fuimos a donde estaba sentado y lo escuchamos llorar", dice Granqvist a DW. "Lo conocíamos de imágenes y lo reconocimos".
La acción llamó la atención de otros pasajeros que se levantaron de sus asientos para enterarse de qué estaba pasando. Después de unos diez minutos, el piloto decidió no transportar al afgano porque con gente parada no podía despegar. Con ello, se logró impedir la deportación del joven, quien, según informaciones de Granqvist, pudo abandonar el avión y ahora se encuentra de nuevo en un centro de deportación.
Acciones a corto plazo
La joven sueca explica a DW cómo se organizan los activistas. "Todos los días estamos en contacto con las personas en los centros de deportación", dice. En cuanto se enteran de una deportación, dentro de los diferentes grupos de activistas se recolecta dinero para comprar los boletos de avión. "Después intentamos averiguar de dónde sale el avión", agrega. "Y luego viene la pregunta de quién puede llegar al aeropuerto dentro de una hora. ¿Quién vive cerca? ¿Quién tiene el dinero recolectado y un pasaporte?".
Pero, a veces, los planes fallan, como en el caso de Ersson, quien creyó que dos afganos se encontrarían en el avión. Sin embargo, uno de ellos había sido llevado a otra nave, algo que los activistas no sabían.
A nivel mundial, muchas personas celebran a Ersson o Granqvist como heroínas. Otras critican sus acciones, argumentando que no saben nada acerca de las personas por las que luchan.
Críticas al activismo
Hasta ahora, se desconocen las razones por las que el joven afgano iba a ser deportado. La Policía sueca explicó a DW que no se pronuncia sobre casos concretos. Tampoco Ersson sabía por qué iba a ser expulsado del país. Sin embargo, esto no parece ser relevante para los activistas. "Estoy profundamente convencida de que nadie debería ser deportado a un país en guerra", dijo Ersson a DW.
El investigador de conflictos Andreas Heinemann-Grüder critica su postura. "La Sra. Ersson se mostró demasiado emocional y presentó pocos argumentos concretos", señala en entrevista. "Ni siquiera conocía el caso. ¿Acaso el afgano era una persona potencialmente peligrosa? ¿A dónde iba a ser deportado? No todas las regiones en Afganistán son peligrosas", dice a DW. Según Heinemann-Grüder, la gente puede perder rápidamente el interés en las protestas que se basan sobre todo en emociones y no en hechos, puesto que les falta un respaldo organizador.
Ahora, la Policía sueca investiga si la acción de Ersson constituye un delito. Las críticas probablemente no impedirán que ella y los demás activistas continúen con sus acciones: "Quiero cambiar la sociedad con mis acciones", dijo en una conferencia de prensa. "La democracia son personas. Y yo soy una persona", agregó.
Rahel Klein (VT/CP)
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