Tragedia en protesta anti-nuclear
8 de noviembre de 2004El movimiento que se viene resistiendo desde hace años al transporte de desechos atómicos de la planta procesadora de La Hague (Normandía) al depósito provisional de Gorleben, en Alemania, lamenta su primera víctima fatal. Un manifestante de 23 años fue arrollado por el tren que conducía los contenedores de residuos radiactivos en la región francesa de Lorena, a unos 60 kilómetros de la frontera germana. De acuerdo con las primeras versiones, el conductor del convoy no vio a tiempo al joven que se había encadenado a las vías y, aunque frenó, no pudo evitar el accidente, que ahora está siendo investigado por las autoridades correspondientes.
Resistencia sostenida
La tragedia ha causado comprensible impacto entre los oponentes a la energía nuclear que, según sus propias fuentes, aún no saben cómo reaccionar ante lo ocurrido. Por lo pronto, han sido suspendidas diversas actividades de índole cultural que estaban previstas en el marco de las manifestaciones contra el traslado de esta basura nuclear. Pero el convoy reanudó su marcha hacia Alemania y, de seguro, también las protestas continuarán cuando se logre superar la consternación inicial.
El accidente ha devuelto trágicamente al primer plano el dilema de los residuos nucleares, que viene agitando a la opinión pública alemana desde hace décadas. Si bien la constelación política general ha variado, considerando que Los Verdes comparten ahora el poder en Berlín y sus dirigentes ya no encabezan las manifestaciones callejeras contra el basural atómico provisional de Gorleben, el movimiento no se ha desarticulado. El sábado acudieron a las protestas contra el actual transporte cerca de 5000 personas, cifra similar a la del año pasado.
Dilema no resuelto
El problema de fondo sigue en pie: buscar un depósito definitivo para estos desechos de las plantas nucleares que, pese a haber sido procesados en La Hage, siguen siendo radiactivos. El gobierno alemán aún o ha determinado el sitio más apropiado y difícilmente consiga encontrar alguno en donde los lugareños no presenten resistencia. Al fin y al cabo ¿quién quisiera vivir cerca de un vertedero de material que sigue emitiendo radiaciones, aunque se tomen todos los resguardos del caso?
Por otra parte, los ecologistas también insisten en que el transporte de estos desechos es un riesgo en sí. En años anteriores, la población francesa se mostraba bastante apática ante el tema, a diferencia de la alemana. Pero, ahora, el lamentable accidente ocurrido en Francia podría generar también mayor discusión en la opinión pública gala.