Transparencia versus voto de silencio
17 de octubre de 2013Ante la creciente indignación por las finanzas del obispo de Limburgo, Tebartz-Van Elst, la transparencia podría convertirse en un nuevo mandamiento para recuperar la credibilidad. ¿Dinero oculto? ¿Poderes ocultos? Como una novela de suspenso, la atención se mantiene en alto. Tras lo ocurrido en Limburgo, ahora también otros obispados están en el punto de mira.
“Nadie dona a una organización rica”
Carsten Frerk, crítico de la Iglesia, baraja una cifra del patrimonio eclesiástico en Alemania de alrededor de los 430.000 millones de euros. Procedente de Berlín, este politólogo investigó las cuentas de la Iglesia para su “Libro violeta de las finanzas de la Iglesia”.
Ante el silencio institucional, dichos cálculos son difíciles de probar. Normalmente las diócesis publican sólo los presupuestos (ingresos y gastos). Por el contrario, el patrimonio del obispado se mantiene en secreto al igual que el del obispo. “Para la idea de negocio de las grandes Iglesias, la transparencia es incómoda. Nadie dona dinero a una organización rica”, aclara Frerk a Deutsche Welle.
La virtud de la transparencia
Partidas extraordinarias como en Limburgo hay en todos los obispados y las controla el obispo. Generalmente, dicho patrimonio heredado a lo largo de la historia se invierte en terrenos, bancos eclesiásticos o participaciones, apunta el diario Frankfurter Allgemeine. Pero a raíz del escándalo, este secretismo está cambiando y el voto de silencio de las diócesis se desvanece para dejar paso a otra estrategia de comunicación: hacer públicas las cuentas. Essen, Münster y Speyer fueron las primeras, acompañadas después por otras como Múnich y Freising.
Similar fue el caso de la diócesis de Colonia, que pasó en poco tiempo del silencio a la transparencia. “El obispado contaba con un patrimonio de 166,2 millones de euros a finales de 2012”, comunicaba la oficina de prensa. En su mayor parte, está invertido en inmuebles con beneficios de alrededor de diez millones de euros.
Política de ahorro
Frerk, por su parte, valora la riqueza del obispado de Colonia en 3.000 millones de euros: “1.700 millones demostrables a través de participaciones registradas en el banco de datos. Del resto no hay constancia”. Como argumento para el secretismo, un empleado del obispado declaró a DW: “Sumas de 700 millones pueden parecer exorbitadas y provocar asociaciones equivocadas entre los fieles”. Y aunque Colonia siga siendo considerada como una de las diócesis más ricas del mundo, en el obispado del Rin rige desde hace años una política de ahorro.
Dificultades financieras similares fueron las que provocaron el cambio en el obispado de Hildesheim. “No queríamos decir que no había dinero sino explicar dónde entra dinero y dónde se gasta”, recuerda la portavoz de prensa de entonces, Petra Meschede: “Se trata de transparencia”. Desde entonces, una auditoría externa del patrimonio y su publicación en Internet es costumbre en Hildesheim. “Aquí no puede pasar lo que ha pasado en Limburgo”, asegura una portavoz a DW: “aquí no separamos entre el patrimonio y las finanzas del obispado”.
A ojos de las leyes alemanas, el obispado es una institución de derecho público, cuyo patrimonio es administrado por el obispo correspondiente o el vicario general. Legalmente, no están obligados a declarar ingresos o gastos del obispado y ése es precisamente ahora el gran dilema: una discusión moral entre los católicos alemanes y un debate político sobre las finanzas de la Iglesia, que no ha hecho más que empezar.