1. Ir al contenido
  2. Ir al menú principal
  3. Ir a más sitios de DW

UE: la hora decisiva

16 de junio de 2004

Con el desafío de llegar a un acuerdo sobre la futura Constitución europea, los gobernantes de la UE se aprestan a iniciar una cumbre crucial, en la que también podría definirse el sucesor de Romano Prodi en la Comisión.

https://p.dw.com/p/5C5N
A la espera de humo blanco para la futura Constitución europea.Imagen: AP

Tras el balde de agua helada que lanzaron los ciudadanos del viejo continente sobre sus gobiernos -absteniéndose en su mayoría de concurrir a las urnas para elegir a los diputados del Parlamento Europeo o, en casos como el británico, apoyando contundentemente a los detractores de la integración-, las autoridades comunitarias tienen que demostrar capacidad de acción. Y eso implica que deberán hacer lo imposible por lograr consenso en torno al borrado de la futura Constitución de la Unión Europea en la cumbre de este jueves y viernes, en Bruselas. El fracaso del proyecto equivaldría a una bancarrota política.

Intereses nacionales

Todos aseguran que los signos son auspiciosos. El optimismo se basa en el hecho de que Polonia y España, que bloquearon a fines del año pasado un acuerdo, están dispuestos ahora a llegar a un entendimiento sobre el mecanismo de "doble mayoría" previsto para la toma de decisiones en la Unión. No obstante, el tema no está del todo resuelto. Ahora el tira y afloja se produce en torno a cuál es el mínimo de países y de población representada por ellos que deben votar a favor para que una moción sea aprobada. Alemania está dispuesta a aceptar un mínimo del 55% de los países y un 65% de la población. Pero Polonia, por lo visto, quiere además una cláusula complementaria, que otorgue a los más "pequeños" la posibilidad de vetar decisiones. Algo que los alemanes intentarán evitar en lo posible.

Otra materia pendiente que ofrece dificultades es la de los temas que han de ser resueltos por unanimidad o por mayoría. En discusión están, por ejemplo, las políticas tributarias y sociales. Gran Bretaña defiende férreamente la postura de que se debe resolver por unanimidad en esos capítulos, lo que daría a Londres la posibilidad de impedir medidas que no sean de su agrado.

Problemas internos

Probablemente no sea fácil resolver la cuestión, considerando que el premier británico, Tony Blair, se encuentra bastante acorralado por los euroescépticos en su país; sus problemas son mayores que nunca después de las elecciones para el Parlamento Europeo, en las que las fuerzas que exigen la retirada de Londres de la Unión Europea consiguieron incluso un 17% de los votos.

Por su parte Alemania, que gusta de presentarse como uno de los más vehementes promotores de la integración, también ha tenido que aceptar críticas de parte de Bruselas. La razón: sus intentos de impedir que la Comisión Europea tenga más atribuciones para actuar contra quienes violen el pacto de estabilidad monetaria. Los alemanes no están solos en este empeño. También Polonia, Italia y Grecia tienen problemas e intenciones similares. Y ninguno escapa al reproche de intentar defender, egoístamente, sus intereses nacionales. Es algo que, en principio, podría aplicarse prácticamente a todos los miembros de la Unión Europea. Pero el mayor interés nacional debería consistir ahora en sacar adelante el emblemático proyecto constitucional, antes de que la ciudadanía pierda todo interés por la idea europeísta.