UE-Mercosur: la coartada multilateral
15 de enero de 2007El Mercado Común del Sur, conocido como Mercosur, se formaliza en el Tratado de Asunción, documento firmado el 26 de marzo de 1991 por los presidentes de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. El documento planteaba, en un principio, la reducción gradual de aranceles para crear un espacio económico de casi 16 millones de kilómetros cuadrados y 200 millones de habitantes.
Esto equivale a la mitad de la población de toda América Latina, mientras que el volumen de comercio exterior del bloque equivale a un tercio del total latinoamericano. Tres años más tarde de esa firma, Mercosur definió su estructura con organismos internos cuyas funciones fueron consignadas en el Tratado de Ouro Preto.
Comercio vs. política
Los objetivos del Tratado de Asunción eran puramente económicos, como se puede apreciar en su lenguaje; entre ellos, "la libre circulación de bienes, servicios y factores productivos entre los países", el "establecimiento de un arancel externo común y la adopción de una política comercial común con relaciones a terceros Estados", la "coordinación de políticas macroeconómicas y sectoriales entre los Estados partes".
Esta consolidación, sin embargo, no marcha al mismo ritmo de los acontecimientos políticos y sociales. El Tratado de Asunción fue firmado por los presidentes Carlos Saúl Ménem, de Argentina; Fernando Collor de Mello, de Brasil; Andrés Rodríguez, de Paraguay; y Luis Albcerto Lacalle, de Uruguay.
Todos, sin excepción, eran férreos defensores de las políticas neoliberales que caracterizaron a muchos gobiernos latinoamericanos en la década de los noventa. Hoy, buena parte de América Latina y del Mercosur son gobernados por personas que han llegado al poder precisamente como resultado del desencanto con el neoliberalismo.
Con la llegada de la "nueva izquierda", y de miembros como Venezuela, Mercosur adquiere un notable tono político, y esto es parte de lo que ha impedido un avance más claro: tal y como están las cosas, no se sabe si el acuerdo servirá para promover el libre comercio regional y el multilateralismo, o si será un instrumento más en la lucha "antiimperialista" que algunos de sus presidentes propugnan.
Dicho de otro modo, Mercosur se inscribió inicialmente en el "nuevo orden mundial" que proclamó George Bush padre, pero actualmente se inclina cada vez más hacia al "socialismo del siglo XXI" que Fidel Castro patrocina contra George Bush hijo.
Rasgos comunes
En este camino, Mercosur y la Unión Europea tienen algunos rasgos comunes. Uno de ellos es precisamente la encrucijada en la que se encuentran. El pasado 1 de enero, el bloque europeo alcanzó la cifra de 27 miembros con el ingreso de Bulgaria y Rumania.
Esto lleva a algunos países a solicitar que la lista de miembros ya no aumente más. En el terreno político, no se ha podido superar el escollo que representa la aprobación de la Constitución Europea por todos y cada uno de los países miembros.
Mercosur, a su vez, está por incorporar a Bolivia, que con su cuota de gas natural podría contribuir al proyecto energético regional. Pero el bloque no ha podido seducir lo suficiente a Chile, visto por muchos como el país modelo de la región.
Otro rasgo común entre Mercosur y la Unión Europea es la presencia de asimetrías internas. De lado latinoamericano, la bonanza que los petrodólares traen a Venezuela contrasta con la precariedad de Bolivia o Ecuador.
En Europa, la relativa estabilidad alemana parece ser otro planeta si se la compara con la situación rural en Rumania, por ejemplo. En ambos casos falta mucho para ver cómo se logran conciliar estas diferencias, si es que algún día llegan a estarlo.
Esta diversificación, aunada a la parálisis del multilateralismo y de la llamada Ronda de Doha, trae consigo un avance lento en los procesos como el que uniría a la Unión Europea y a Mercosur.
Alto contraste
En cambio, el comercio bilateral parece marchar viento en popa, por lo menos en algunos casos. El intercambio de bienes y servicios entre Alemania y los países del Mercosur, por ejemplo, rebasó los 13,500 millones de euros en 2005, aumentando 16 por ciento en relación al año anterior.
Brasil representa un alto porcentaje del comercio general con Mercosur: casi 11,200 millones de euros en 2005, con un incremento de 20 por ciento respecto de 2004. Para Alemania, Brasil es Mercosur.
Si las cosas marchan tan bien, ¿para qué promover un acuerdo a nivel de la Unión Europea? Una primera respuesta consistiría precisamente en que, aparte de Brasil, los demás países del Mercosur todavía representan un gran potencial de intercambio.
Además, lo que la Unión Europea pretende no es solamente un tratado comercial sino uno de "tercera generación"; es decir, que incluya mecanismos de diálogo político y de promoción de la democracia.
Quizá es un objetivo demasiado ambicioso. Pero, sobre todo, el momento no es el más propicio, como quedó claro durante la pasada reunión entre ambas partes, celebrada en Rio de Janeiro. En los hechos, América Latina se rinde a una "nueva izquierda" cuyo rumbo es diverso y, en algunos casos, incierto. Europa, por su parte, parece mucho más interesada en celebrar alianzas bilaterales con China y la India. Bajo esta luz, la parálisis en la Ronda de Doha parece una coartada para justificar la ausencia de un acuerdo que promete, pero no lo suficiente.