Astronauta observa "calavera gigante" en desierto del Sahara
6 de noviembre de 2023Para conmemorar la festividad de Halloween, la NASA sorprendió al público con la publicación de una misteriosa imagen que parecía mostrar una imponente "calavera" fantasmal. Sin embargo, la realidad detrás de esta imagen es mucho más intrigante. En lugar de un espíritu sobrenatural, lo que realmente vemos es una formación geológica extraordinaria en el norte de Chad.
Esta inquietante imagen fue capturada el 12 de febrero de 2023 por un astronauta a bordo de la Estación Espacial Internacional (EEI) mientras orbitaba a unos 400 kilómetros sobre el macizo de Tibesti, una cadena montañosa que se extiende a través de Chad y Libia en el corazón del desierto del Sahara. Lo que parece ser una "calavera" es, en realidad, una curiosa coincidencia de elementos naturales.
Según explica el Observatorio de la Tierra de la NASA, la "calavera" se forma a partir de sombras proyectadas por el borde de una caldera volcánica, que es un tipo de cráter originado por una erupción explosiva o el colapso de la superficie que cubre una cámara de magma parcialmente vacía. Los "ojos" y la "nariz" son conos de ceniza, pequeñas colinas cónicas que se forman alrededor de las chimeneas volcánicas.
Por su parte, el área blanca que rodea la "boca" de la "calavera" está compuesta por una costra mineral formada por natrón, una sal que se genera cuando el agua termal se acumula en la superficie y se evapora, dejando atrás minerales ricos en vapor que se elevan desde la superficie de una zona geotérmicamente activa.
El lago alcalino de Trou au Natron
Esta zona en particular, conocida como Trou au Natron o Doon Orei, se cree que se originó tras una erupción volcánica masiva hace cientos de miles de años. Aunque en la actualidad es un paisaje desolado y yermo, los científicos creen que en el pasado fue un lago glaciar próspero, un ambiente muy distinto al actual.
Esta teoría se basa en el descubrimiento de fósiles de caracoles marinos, plancton y algas con una antigüedad de al menos 120.000 años, encontrados bajo una capa de bicarbonato sódico en la década de 1960 y confirmados en una expedición de seguimiento en 2015.