Un ejército europeo no es respuesta al fiasco de Afganistán
3 de septiembre de 2021Luego del desastre de Afganistán, algunos ministros de Defensa y de Exteriores de la Unión Europea exigen que el bloque comunitario posea más autonomía militar y cuente con una fuerza de intervención propia. No es la primera vez. Desde hace más de 20 años se planea la formación de un ejército de la UE sin el apoyo de Estados Unidos que, en lo posible, pueda actuar a nivel mundial. Pero ese ejército no existe porque no hay voluntad, y porque, desde el punto de vista militar, sería muy caro y complicado tenerlo. La UE ha tenido durante mucho tiempo una política de defensa común sobre el papel. Pero su propia agencia de armamento se ocupa solamente de proyectos de nicho y estudios de viabilidad.
No existe una estructura de mando conjunta digna de mención, ya que los gobiernos nacionales siguen siendo los responsables de la defensa. Probablemente eso seguirá siendo así en la mayoría de los países de la UE y especialmente en Alemania, donde tanto la exministra de Defensa, Ursula von der Leyen, como la actual ministra de esa cartera, Annegret Kramp-Karrenbauer, carecieron de voluntad política para salir de la sombra de los EE. UU. y ampliar masivamente la entretanto reducida Bundeswehr, operativa solo bajo ciertas condiciones. Pero sin Alemania, solo con propuestas siempre nuevas y ambiciosas de Francia, no se puede construir una fuerza militar poderosa en Europa.
Solo juntos se puede
¿Cambiará el shock de la precipitada retirada de tropas de Afganistán algo en ese problema fundamental? Cabe dudarlo, ya que en Afganistán nunca hubo una misión específicamente europea, sino siempre solo misiones de la OTAN bajo el liderazgo de EE. UU. Eso no sorprende demasiado, ya que solo el ejército de EE. UU. es capaz de organizar una operación de esa magnitud y a esa distancia. El problema militar en Afganistán surgió porque EE. UU. y la OTAN -y también sus miembros europeos- decidieron en marzo de 2021 retirarse en una fecha determinada y sin condiciones, evidentemente sin tomar en consideración la situación en el lugar. EE. UU., tanto con el expresidente Donald Trump como con el presidente actual, Joe Biden, llevaron a cabo la retirada sin esperar a los aliados de la OTAN y ni siquiera a la UE, que no participaba en absoluto. "Entrar juntos, salir juntos” fue siempre el lema para la misión internacional en Afganistán.
Ahora el fracaso es conjunto, a pesar de toda la retórica horripilante de Washington sobre el éxito del puente aéreo. ¿Qué hubiera cambiado una fuerza de intervención europea liderada por la UE, sobre la que ahora se fabula, en el caso de Afganistán? Los Estados miembros de la UE, ¿hubieran enviado 5.000 soldados a Kabul para mantener abierto el aeropuerto de la capital afgana también sin EE. UU.? A nivel político, eso hubiese sido casi imposible. Por no hablar de que a los países del bloque simplemente les faltan las capacidades militares para operar ese aeropuerto y garantizar la seguridad, así como para sostener un puente aéreo permanente. Construir esas capacidades, si eso se decidiera seriamente, demoraría años y hasta décadas.
Un ejército de la UE no tiene sentido
La UE puede seguir soñando con un ejército propio que seguramente nunca existirá. Pero más importante sería fortalecer los pilares europeos de la OTAN. Los países europeos de la OTAN deben coordinarse más estrechamente sobre armamento, capacitación y liderazgo conjuntos. Hasta ahora, las Fuerzas Armadas de los países de la OTAN son demasiado ineficientes, demasiado caras, demasiado burocráticas, y trabajan en forma paralela. A largo plazo también los europeos de la OTAN tienen que contar con mejores equipos de reconocimiento militar, mejores drones, capacidades de transporte aéreo y muchas otras cosas. Pero de todos modos no podrán desacoplarse de la superpotencia Estados Unidos. Una soberanía militar de Europa no es un objetivo asequible ni deseable.
La ministra alemana de Defensa, conmocionada por la "grave derrota” en Afganistán, exigió que las discusiones dejaran de hacerse en un nivel abstracto y se pasara a la acción. Hay mucho de verdad en eso. La próxima oportunidad es una "brújula estratégica” que prepara la UE, en el que se abordarán los intereses militares y los objetivos de política exterior más diversos. ¡Ya era tiempo, luego de 30 años de política exterior conjunta!
Además, la UE debería presentar lo más rápido posible un plan concreto sobre cómo podría evacuar a sus instructores y empleados de Mali cuando Francia cumpla lo prometido y retire sus tropas del frágil país de la zona del Sahel. Otra huida desastrosa como la de Afganistán no debe volver a suceder.