¿Un gobierno en solitario para Hamburgo?
29 de febrero de 2004Los cerca de 1,2 millones de electores de Hamburgo están llamados a participar este domingo en la primera de las 14 convocatorias a las urnas del año en Alemania -entre regionales, municipales y Europeas-, en unos comicios que se presentan de final abierto. Los sondeos dan como claro vencedor al alcalde-gobernador, el conservador Ole von Beust, con un 44 por ciento de los votos, frente al 30 por ciento que se pronostica para el Partido Socialdemócrata (SPD), antigua fuerza dominante en la elitista Hamburgo.
Pero no está claro si von Beust logrará la mayoría absoluta y, en cambio, sí parece probable que sus hasta ahora socios de gobierno, el Partido Liberal (FDP) y el ultraconservador Partido Schill -fundado por el denominado ‘juez implacable’ Ronald Schill-, quedarán fuera del nuevo Parlamento. Están abiertas prácticamente todas las constelaciones posibles para el futuro de la ciudad-estado: desde el gobierno en solitario de la Unión Cristianodemócrata (CDU), a una alianza con el FDP -de lograr escaños-, a una gran coalición con el SPD o incluso una alianza contra-natura entre conservadores y verdes.
SPD confía en resurgir
El candidato socialdemócrata, Thomas Mirow, por su parte, aspira a que no le salgan las cuentas a la CDU y que puede recuperar el poder en Hamburgo tras más de dos años de abstinencia apuntalado en los Verdes, a los que se pronostica un 14 por ciento de los votos. El SPD se restablecería así de la amarga derrota de 2001, en que fue la fuerza más votada, con un 36,5 por ciento, pero se vio apeado del poder por von Beust -con un 26,2 por ciento-, aliado con el FDP y el Partido Schill -5,1 y 19,4 por ciento, respectivamente-.
La aritmética de los sondeos da para todas las opciones, incluida una coalición contra-natura de la CDU con los Verdes -que von Beust ha calificado de muy improbable-. Sólo la reedición de la alianza de von Beust con el juez Schill, parece menos probable.
Relaciones peligrosas
Cuando von Beust se apoyó en Schill para formar gobierno, en octubre de 2001, sabía que no sería tarea fácil. El ultraconservador juez se alzó como vencedor moral de los comicios con una campaña en que prometía ‘limpiar’ los bajos fondos de la droga de Hamburgo.
Schill ha sembrado escándalo tras escándalo en la corta legislatura hamburguesa, con propuestas como la de usar en Alemania el gas empleado en el asalto al teatro de Moscú secuestrado por chechenos, que causó la muerte a un centenar de rehenes. Se le imputaron ‘festines’ de cocaína en fiestas del jet-set y se le tuvo que cortar el uso del micrófono en el Parlamento federal por incurrir en proclamas anticonstitucionales.
Von Beust lo aguantó todo, hasta que el pasado agosto Schill entró en la esfera de lo privado, al amenazarle con sacar a la luz que había colocado en el Gobierno a un amigo suyo con el que, según el juez, mantenía relaciones homosexuales. La paciencia del alcalde-gobernador se acabó. Von Beust exigió a sus socios la exclusión del propio fundador y alma del partido. Logró ese objetivo, pero su alianza de gobierno no sobrevivió más que unos meses, permanentemente amenazada por la sombra de Schill, y en diciembre se convocaron elecciones anticipadas.
El inefable juez concurre a los comicios del domingo escindido de su propia formación originaria -Partido de la Ofensiva por el Estado de Derecho-, al frente del rebautizado Partido ProDM-Schill, al que los sondeos colocan por debajo del listón del 5 por ciento.