¿A dónde con los combatientes europeos de Estado Islámico?
18 de febrero de 2019Típico de Trump: en mal estilo (¡vía Twitter!) y al borde del chantaje en el uso del lenguaje. Pero gústenos o no, hay algo de cierto en el llamamiento a los países de Europa para que finalmente se ocupen de los excombatientes islamistas en poder de las autoridades kurdas en Siria.
Donald Trump respalda ahora, con el peso de la Casa Blanca, un reclamo que desde hace mucho tiempo vienen haciendo las autoridades kurdas, pero que ha sido ignorado deliberadamente. En las cárceles kurdas hay cientos de excombatientes de Estado Islámico (EI) con ciudadanías europeas. Cientos de mujeres de Alemania, Francia e Inglaterra enfrentan un futuro incierto en los campamentos, a menudo con niños nacidos en territorio invadido por EI. Y después de la caída de las últimas posiciones de esa organización terrorista en Baghuz, es probable que la cantidad de ellos aumente.
Kurdos desesperados
A los kurdos los abruma la carga que significan estos prisioneros. Aún más, dado que Estados Unidos anuncia la retirada de su Ejército en diciembre. Por otra parte, el presidente turco Erdogan amenaza con cruzar la frontera desde el norte. El principal socio militar de EE. UU., la kurda "Fuerza de Liberación Popular" (YPG), es considerada por el Gobierno turco como una organización terrorista. Erdogan busca impedir el experimento de independencia kurda bajo la administración de la YPG en Siria, tan pronto como sea posible.
En cuanto la salida de los estadounidenses despeje el camino para el Ejército turco, Erdogan planea establecer un corredor de seguridad de 30 kilómetros a lo largo de la frontera con Siria. Pero justo en este corredor se encuentran los asentamientos más importantes de los kurdos, y también los campos de prisioneros. Si los kurdos están luchando por sobrevivir, probablemente tendrán otras preocupaciones más acuciantes que mantener a los prisioneros del EI.
El problema de los combatientes del EI capturados en Siria es conocida desde hace mucho tiempo. Pero con el anuncio de la retirada de Estados Unidos, ha ganado enorme prioridad. Pero Alemania, en lugar de buscar activamente una solución, incluso, a nivel europeo, argumenta que desde el cierre de su embajada en Damasco, en 2012, no es posible la asistencia consular. Y que no mantiene relaciones oficiales con los kurdos del norte de Siria.
Gente que nadie quiere
Por supuesto que ningún país tiene interés en recibir decenas de yihadistas. Sin embargo, estas personas están ahí. Y como vivimos en un Estado de derecho, también los partidarios alemanes de una milicia terrorista tienen derechos, así sea difícil de aceptar. Esto incluye un derecho a regresar a su país, además de que a cada individuo se le tiene que probar la culpabilidad individual para ponerlo tras las rejas. Algunas veces será más fácil, como cuando alguien haya aparecido en videos de propaganda. A veces se hace más difícil, especialmente con las mujeres. Tal vez se pueda convencer a algunos exterroristas desilusionados de colaborar con la Justicia entregando información clave, a cambio de una rebaja de sus penas.
Pero la conclusión es que estas personas provienen del seno de nuestra sociedad, y se han radicalizado en nuestros propios países. Tenemos que lidiar con ellos. Tal vez también de manera creativa: ¿por qué no estudiar la propuesta de llevar a los miembros de las milicias terroristas a la Corte Penal Internacional de La Haya? Una cosa es cierta: el norte de Siria no puede seguir siendo el Guantánamo de Europa.
(jov/cp)
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