Un invitado que nadie quiere saludar
20 de abril de 2009Frankfurter Allgemeine Zeitung, de Fráncfort del Meno, Alemania:
"Es comprensible que la Unión Europea busque incluir a Bielorrusia en la Sociedad del Este, junto con otros seis países surgidos de la desintegración de la Unión Soviética. El país (Bielorrusia) pertenece a ese grupo, así en Minsk rija desde hace 15 años Lukashenko, ‘el último dictador de Europa'.
De si haya sido pertinente haberlo invitado a la Cumbre del Este en Praga, eso es otra cosa. Allí se lanzará la nueva política de vecindad (de la Unión Europea) con el Este europeo. El ministro checo de Exteriores, dijo al entregar la invitación de la UE que Bielorrusia era libre de escoger a quien la representara en Praga, pero ¿habrá entendido Lukashenko el mensaje?.”
¿Qué vendrá después de las palabras?
Rzeczpospolita, de Varsovia, Polonia: “¿Te quieres sentar a la mesa? – ¡Entonces arrodíllate! Esta es, en principio, la señal que le envía el presidente de Venezuela a Obama. Y hay muchos que están de acuerdo con la conducta de Chávez.
¿Quién oprime a los opositores en Cuba? – Estados Unidos. ¿Quién es culpable de que el pueblo norcoreano sufra hambre? – Estados Unidos. ¿Quién es el culpable de la discriminación de las mujeres en Irán? – Estados Unidos. ¿Se disculpará (Obama) por los ‘errores del pasado', sólo para que Raúl Castro permita introducir capital estadounidense a Cuba y (el presidente iraní) Mahmud Ahmadineyad apague las centrifugas para producir material atómico?”
Ausencia: ¿Equivocada señal contra la discriminación?
Tagesanzeiger, de Zürich, Suiza: "Justo en el día en que se rinde homenaje a las víctimas del Holocausto el presidente de Irán aparece en la Conferencia sobre Racismo (en Ginebra). Una política de las sillas vacías es la respuesta equivocada a la provocación del mayor enemigo y negador del Holocausto.
Un Obama, una Clinton o una Merkel tienen que confrontar a Ahmadineyad. No se le puede dejar solo el escenario de Naciones Unidas a alguien así.
Merz, el presidente federal de Suiza, tendría que solicitarle a Ahmadineyad una conversación privada y perderse con él a algún cuarto del Palacio de las Naciones, de Ginebra. Así no les resulta tan fácil a Israel y su lobby, desprestigiar las conferencias sobre racismo de las mismas Naciones Unidas.”
Autor: José Ospina-Valencia
Editor: Enrique López