Un foso por frontera
5 de agosto de 2011A lo largo del río Evros habrá un largo y ancho foso. Grecia espera con ello poner fin la inmigración ilegal que llega a través de su frontera con Turquía. Cuando esté terminado tendrá 120 kilómetros de largo, tendrá un ancho de 30 metros y una profundidad de siete. Los primeros doce kilómetros de esta trinchera que separará a dos vecinos que no se quieren demasiado están listos. Sobre su costo poco se sabe. A juzgar por los planes y la tecnología prevista para esta gran barrera –sensores, alambradas, cámaras térmicas- el presupuesto tendrá que ser elevado.
Invertir en seguridad en este momento
Las críticas, de variada índole, no se han hecho esperar. La primera y, actualmente, más evidente: ¿cómo se le ocurre a Grecia en este momento invertir en un proyecto así? A 350.000 millones de euros asciende su deuda, el segundo paquete de rescate por parte de la Unión Europea, Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional está en camino; y los socios le exigen disciplina presupuestaria.
En tal momento, ¿es indispensable el foso? Sí, aduce Grecia, por seguridad nacional; el foso, según el diario alemán Süddeutsche Zeitung, estaría emplazado en una zona de seguridad militarizada.
No inmigrantes, refugiados
El 90 por ciento de los inmigrantes que entraron a Grecia ilegalmente en el año 2010 lo hicieron por esa esa “frontera verde”. Según datos oficiales fueron 128.000 personas; 512.000 es el total de los últimos cuatro años. En este momento, uno de cada cinco de los once millones de habitantes, es originario de un país no perteneciente a la Unión Europea.
Por otro lado, en el caso de la frontera greco-turca, no se trata de inmigración ilegal, dice el portal Spiegel online basándose en datos de la agencia Frontex: se trata mayormente de refugiados de Irak y de los territorios palestinos. También del norte del África: los refugiados evaden así los controles franceses y españoles.
Y su primer objetivo es Atenas. Pero la situación en la capital griega es miserable: tienen que vivir en la calle porque sus peticiones de asilo no son aceptadas. Ya en enero de 2011, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos amonestó a Grecia por su trato a los refugiados; al mismo tiempo, sus planes de construir una cerca al estilo de los enclaves españoles en Ceuta y Melilla levantaron una ola de protesta. Por otro lado, hay que decir que aunque en promedio Grecia tenga 81 habitantes por km2, su capital, con 655.780 habitantes, tiene una densidad de población de 16.830 habitantes por kilómetro cuadrado. El problema salta a la vista.
Difícil distribución, compleja geografía
Con todo, el foso no representaría de ninguna manera una solución: la geografía insular del país y el hecho de que la migración de refugiados económicos esté en manos de grupos organizados vuelve vano este esfuerzo.
Defensores de derechos humanos, que presionan por que Europa se esfuerce por concluir su sistema común de asilo, se han apresurado a protestar contra este nuevo muro. Así, para Claudia Roth, de Los Verdes alemanes, el foso es un “símbolo vergonzoso de misantropía”, cuya construcción debería ser detenida por la UE. “No hay muro que contenga la necesidad”, subraya por su parte la organización ecologista Greenpeace en un artículo al respecto.
En la opinión de la organización humanitaria ProAsyl, aparte de que Atenas no ha sido capaz administrativa y políticamente de crear un sistema de acogida digno, se trata de crear un símbolo. “Por un lado, se pretende acentuar la distancia con Turquía y por otro Atenas hace una concesión a los movimientos nacionalistas. Aunque esto represente una violación de los derechos humanos de los inmigrantes”, concluye Günther Burkhardt, director de ProAsyl.
Autora: Mirra Banchón
Editora: Emilia Rojas