Un rascacielos absolutamente ecológico
28 de noviembre de 2007Nada más y nada menos que el 30% del consumo de energía en Alemania se destina en exclusiva a calentar espacios y generar agua caliente. “Entre las posibles medidas a aplicar para frenar el cambio climático, la arquitectura eficiente juega un papel muy, muy importante”, dice Andreas Gries, de la Agencia Energética del estado alemán de Renania del Norte-Westfalia.
Bien aislado, con las ventanas adecuadas y un sistema de aireación inteligente, un hogar puede llegar a requerir sólo el 20% de la energía que agota una vivienda convencional. Son “casas pasivas”, el mejor ejemplo de construcción sostenible disponible hoy en el mercado, asegura Gries. “Y ese pequeño porcentaje de energía necesaria se puede cubrir de muchas formas”, añade.
Pero, ¿y si las casas se abastecieran por sí solas? Saldría demasiado caro, opina Gries, porque la tecnología todavía no va tan lejos. Ciertamente, la mayoría de los proyectos de edificios autosuficientes fracasan en el momento de hacer repaso a las cifras. Y, sin embargo, la Torre Energética se atreve con el desafío.
Una torre autosuficiente
322 metros de altura que dan cobijo a oficinas, viviendas, un centro comercial y un hotel. La Torre Energética es un milagro de la técnica y un lugar para el disfrute. Sus diseñadores, los arquitectos Gerber, están muy lejos del desierto arábico: su despacho se encuentra en Dortmund, en el noroeste alemán.
“La Torre Energética ha sido diseñada en dos niveles. Por un lado se ha querido ahorrar el 60% de la energía que consume un rascacielos tradicional y, por el otro, se ha ideado el modo de que la torre genere por sí sola el 40% restante de energía que necesita”, explica Thomas Lücking, coordinador del proyecto.
Un gigantesco parasol giratorio de 4.000 metros cuadrados rodea el edificio de arriba abajo. Se mueve con el astro rey, o mejor dicho, tras él. De esta manera, da sombra pero no quita luz, y los paneles fotovoltaicos que lo cubren aprovechan los rayos para producir electricidad. “En la parte inferior del rascacielos hemos situado una zona comercial de tres planas cuyos techos están igualmente dotados de células fotoeléctricas. Esto son otros 8.000 metros cuadrados más de energía solar”, dice Lücking.
Junto al rascacielos, una “isla solar” refresca el ambiente, y no sólo en sentido figurado. Sobre ella, unos espejos curvados captan los rayos del sol y los usan para calentar agua. El proceso desprende energía y la energía sirve para la refrigeración del edificio. “Y como tercer elemento”, continúa el arquitecto, “en la punta de la torre hemos colocado un turbina que produce electricidad a partir de la fuerza eólica”.
Una torre ahorradora
Para no tener que encender la luz, la fachada de la Torre Energética es completamente transparente. Un sistema especial de acristalamiento evita que sol que entra del exterior caliente en exceso el interior, y permite que se creen corrientes de refrigerantes. Así, junto al aire acondicionado accionado por medio de la energía solar, el mismo viento se encarga de mantener la temperatura.
Puesto que la claridad que entra por la ventana no alcanza para iluminar la zona central, unos espejos heliostáticos captan luz en la terraza del rascacielos y la conducen hasta la primera planta a través de un conducto que recorre el centro del edificio. “Aireación, refrigeración y luminosidad son los tres elementos que consumen la mayor parte de la energía en un edificio”, comenta Lücking.
Planes con planos fijos
La Torre Energética es de momento una realidad sólo sobre los planos de Gerber. Pero el príncipe de Bahréin parece interesado en añadir el rascacielos al perfil de su reino. Pese a que los precios del combustible no alcanzan en esta región los niveles occidentales, el calentamiento global y la eficiencia energética se están convirtiendo también en tema de debate.
Y, sin embargo, en Gerber no se cierran ninguna puerta. La torre ha sido diseñada para la región climática del mundo árabe, pero podría convertirse con facilidad en un edificio acoplable a cualquier otro lugar del mundo. En definitiva, evitar que el aire fresco salga, o mantener en el interior el calor generado, es cuestión tan sólo de sencillos cambios.
Y en cuanto al costo, todo es relativo, dice Lücking. “No tengo la más mínima duda de que merece la pena invertir en energías renovables. Según todos los pronósticos, la inversión inicial va a resultar más barata de lo que costarán las reparaciones a posteriori si el cambio climático sigue el curso actual”.