Un superávit de exportación no es una fortaleza
24 de marzo de 2014Una aclaración de antemano: El excedente de exportación no debe confundirse con la fortaleza de las exportaciones. Arabia Saudí, por ejemplo, ocupa el tercer lugar en excedentes de exportación a nivel mundial, y se lo debe únicamente al petróleo. “No es la industria de exportación más atractiva y sofisticada la que impulsa esto, sino simplemente una materia prima”, dice Andreas Freytag, profesor de Economía en la Universidad de Jena.
En el caso de Alemania, el exceso pone de manifiesto la superioridad de los productos con la etiqueta “Made in Germany”. En 2013, Alemania se aseguró incluso el título mundial en esta categoría: con cerca de 200.000 millones de euros de diferencia entre exportaciones e importaciones, Alemania dejó atrás, a mucha distancia, al mayor exportador del mundo, China. Esta cantidad corresponde a aproximadamente al siete por ciento de la producción económica de Alemania –dato igualmente candidato a récord-. Una regla de la UE establece que un exceso más allá del seis por ciento del producto interior bruto representa un desequilibrio que puede resultar peligroso.
Que Alemania venda muchos productos en el mundo es, sin duda, bueno para las empresas exportadoras y para aquellos que trabajan en ellas. ¿Supone la fuerza de las exportaciones una amenaza para la Eurozona? No, dice Marcel Fratzscher, presidente del Instituto Alemán de Investigación Económica (DIW) en una entrevista para la Deutsche Welle. “Todos los demás países europeos se benefician de ella porque nos referimos a los insumos de otros países europeos como, por ejemplo, España o Italia en lo que se refiere a la producción de automóviles o la ingeniería mecánica”. El Instituto de la Economía Alemana de Colonia (IW) lo documenta incluso con cifras: si las exportaciones alemanas aumentan un diez por ciento, las exportaciones de insumos de los socios europeos de Alemania crecen un nueve por ciento.
Excedentes de exportación = exportación de capital
Esto quiere decir que la fuerza de las exportaciones alemanas no daña a nadie, ni siquiera un superávit en sí es reprochable. El problema surge cuando, como en este momento, el excedente es enorme. Porque eso significa que mucho dinero alemán fluye en el extranjero y entonces, lógicamente, no se invierte aquí. Eso de que un excedente de exportación es siempre una exportación de capital ha terminado, “si así se desea, esto es, en última instancia, una ley fundamental de la balanza de pagos”, dice Jürgen Matthes (IW). A la inversa significa que si un país tiene déficit comercial, tiene que pedir préstamos para pagar las importaciones. “Lo que para los alemanes significa que, en última instancia, son ellos los que dan los créditos extranjeros con los que otros países financian las compras de bienes”, puntualiza Matthes en una entrevista para la DW.
El mejor ejemplo es la simbiosis entre EE. UU. y China. Los chinos han producido y exportado afanosamente durante los últimos veinte años. Los estadounidenses han comprado la mayoría de los productos Made-in-China con el dinero que previamente reciben de China. Al fin y al cabo, los estadounidenses han consumido a crédito, mientras que los chinos estaban celebrando un auge exportador y ahora tiene un montón de bonos del gobierno de EE. UU., cuyo valor se está derritiendo. También parte del superávit alemán se invierte en bonos de los países endeudados, cuya satisfacción es incierta.
Alemania, perdedora de sus propios excedentes
En otras palabras, si el dinero prestado en otro lugar no se está invirtiendo de forma sensata, sino que se está consumiendo, entonces el país con superávit es, en última instancia, el necio. “El superávit ni es una insignia de honor ni una historia de éxito”, dice Andreas Freytag. Alemania podría ser, incluso, perdedor de sus propios éxitos.
¿Por qué no se invierte el superávit en este país? Debido a que las oportunidades de inversión en Alemania no se perciben como un atractivo, asegura Freytag a DW. Freytag ve en el cambio del modelo energético el mayor obstáculo para la inversión. “Los precios de la energía están aumentando, las excepciones para la industria serán probablemente menores por el hecho de que están constantemente puestas en entredicho por la Unión Europea. Entonces uno deja de ser competitivo en comparación con otros países”. En este sentido, el gobierno federal está obligado a hacer una mejora en la política de localización así como a crear incentivos para la inversión.
El Estado puede proporcionarse a sí mismo mayores inversiones, como por ejemplo, en el campo de las infraestructuras, donde la necesidad de inversión es enorme. El dinero que el gobierno federal gasta en infraestructursa no es suficiente para garantizar el mantenimiento de éstas. En otras palabras, Alemania se está desgastando.